Ciencia, empresas e innovación: una estrategia para posicionar a México en la cadena de semiconductores

Ciencia, empresas e innovación: una estrategia para posicionar a México en la cadena de semiconductores

¿Por qué importan tanto los semiconductores? Estos microscópicos dispositivos han transformado todas las dimensiones del quehacer humano en lo social, lo económico y lo político; y van a seguir haciéndolo en formas que aún no podemos predecir. Ninguno de los avances en inteligencia artificial (IA) sería posible sin los permanentes desarrollos tecnológicos de la cadena de valor de los semiconductores. No es exageración decir que nuestra vida, tal y como la conocemos, depende de que estos chips no nos falten. No es un tema de comodidad de la vida moderna; es un tema de seguridad nacional y supervivencia que está llevando a las potencias mundiales a cambiar sus políticas en la materia, lo que resulta en un profundo reordenamiento de las cadenas globales de valor.

Previamente, hemos discutido sobre las oportunidades que tiene México frente a este escenario. Este blog se enfocará en las fortalezas que lo distinguen frente a sus competidores en la región, y en cuáles deberían ser las bases de una estrategia nacional que aproveche este ventajoso punto de partida.

El ecosistema mexicano y sus oportunidades de expansión

Los semiconductores son importantes para México. No solo por la oportunidad que ofrece la actual estrategia estadounidense de regionalización -que se aceleró notablemente después de la crisis de desabastecimiento de 2020- sino porque la industria local ya es un gran demandante de chips, y su acceso a ellos es crucial para garantizar la resiliencia económica del país.

La creciente demanda de la industria mexicana ha hecho que se desarrollaran empresas y capacidades en el país durante más de veinte años en los eslabones de diseño y backend (ensamblado y testeo) de semiconductores. Son precisamente estos eslabones los que presentan mayores oportunidades de expansión, como complemento a lo que está ocurriendo en la cadena en Estados Unidos con inversiones centradas en el eslabón de frontend (fabricación) para semiconductores de alta complejidad.

Este nuevo contexto está generando oportunidades de negocios que empresarios locales e internacionales han sabido interpretar, notándose especialmente en la aparición de nuevas empresas; por ejemplo, la mexicana QSM semiconductors en Querétaro, que a partir de 2025 comenzará a producir chips con el propósito de atender las demandas específicas del sector automotriz mexicano. Además, la empresa cuenta con actividades de diseño y ha establecido relaciones con Estados Unidos para el sector de defensa.

Al mismo tiempo, México está recibiendo grandes inversiones de gigantes de la industria. Ejemplos de esto son la planta de Foxconn en Jalisco, que será la más grande del mundo en superchips que Nvidia utilizará en sus aplicaciones de IA, o el anuncio de Microsoft, que invertirá US$1.300 millones en infraestructura para IA y formación de talento, sumándose al anuncio por US$4.500 millones anunciado por AWS en agosto pasado.  

Así, la pregunta que deben hacerse los hacedores de política en México es cómo implementar acciones que permitan maximizar el impacto económico y social de estas inversiones privadas. Con esto en mente, proponemos a continuación una estrategia dual para el sector: la co-creación de una agenda científico-productiva para semiconductores con el sector privado y la academia; y la promoción de la entrada de nuevas empresas productoras de software y de semiconductores de baja complejidad que resultan críticos para la industria nacional.

Una agenda científico-productiva para semiconductores

Un reciente documento de discusión, destacó la necesidad de que la ciencia responda a las demandas productivas del país. Considerando la importancia de los semiconductores para la economía de un país y la propia naturaleza de un sector intensivo en conocimiento, es fundamental que sean parte de la agenda científica nacional.

Para esto, hay que construir sobre lo que ya funciona, y mejorarlo. A modo de ejemplo, QSM se ha apoyado fuertemente en el ecosistema local a través de convenios con instituciones públicas como el Centro Nacional de Metrología (CENAM), que le han permitido garantizar la confiabilidad de ciertos subsistemas. Asimismo, centros públicos como el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) trabajan en proyectos a lo largo de todas las etapas de la cadena de valor de los semiconductores, y colaboran con empresas que son líderes globales en backend (ensamblado y testeo de circuitos).

México tiene capacidades científicas públicas en semiconductores que pocos países en el mundo poseen. Estas capacidades deben ser fortalecidas y expandidas, aprovechando los nichos de oportunidad que se abren con la actual reconfiguración de la cadena. En materia de I+D (innovación y desarrollo), los esfuerzos de la cadena fueron típicamente orientados hacia el eslabón de frontend, con el objetivo de crear circuitos cada vez más pequeños (el nuevo iPhone 16, por ejemplo, utiliza semiconductores de 3 nanómetros de segunda generación; para referencia, una partícula del virus SARS-CoV-2 mide entre 60 y 140 nanómetros).

Pero la innovación también puede -y debe- ocurrir en otros lugares, sobre todo si se espera un agotamiento en la capacidad de miniaturización de componentes. Uno de estos nuevos lugares para la innovación es lo que se conoce como “advanced packaging” (AP), un conjunto de tecnologías avanzadas de backend que permiten desarrollar productos más eficientes, con independencia del tamaño de los chips.

Desde hace un tiempo, varias compañías vienen apostando por el AP. Un ejemplo es la reciente inversión por US$3.5 mil millones de Intel en Nuevo México (Estados Unidos) en una fábrica con tecnologías AP, que producirá circuitos optimizados para inteligencia artificial y 5G. Otro ejemplo es NVIDIA, que hace avances en arquitectura de placas de video que permite grandes ahorros en consumo de energía (como el GB200). Sin embargo, aún hay mucho para avanzar en la I+D en materia de AP.

Lo anterior abre oportunidades para México, que ya tiene experiencia en backend convencional, y cuenta con las capacidades científicas que le permiten aspirar a hacer su aporte al desarrollo de nuevas tecnologías en este eslabón. Para que esto ocurra, será fundamental fortalecer al sistema científico nacional para que aproveche sus lazos con la industria local y con la cadena de los Estados Unidos.

Nuevas empresas para extender el ecosistema

La segunda vía de acción propuesta para maximizar el impacto económico y social de las inversiones privadas, se basa en propulsar la aparición de nuevas empresas e inversiones que fortalezcan el ecosistema nacional en materia de semiconductores.  

Las nuevas empresas podrán surgir de las oportunidades de innovación que aparecen en una amplia gama de actividades de la cadena: desde diseño específico de software, dispositivos o procesos; hasta manufacturas especializadas de semiconductores, packaging, o insumos específicos. El caso ya mencionado de QSM, es un ejemplo de una pyme con actividades específicas de semiconductores, pero pueden aparecer otras inversiones asociadas a las actividades que dan soporte a la cadena, tanto a nivel local como global.

Por ejemplo, la industria química que abastece a la cadena de semiconductores es un área con potencial de desarrollo. Así lo señalamos dos estudios que realizamos recientemente para México, donde identificamos los desafíos y las oportunidades para consolidar una propuesta en este segmento que actualmente es dominado por Asia. Además de ciencia y talento, este nuevo tipo de actividades requerirá de importantes inversiones públicas en infraestructura, así como de desarrollo de una normativa moderna que permita a las empresas locales integrarse exitosamente en estas cadenas de valor. La provisión de este tipo de bienes públicos es necesaria para que aparezcan cada vez más empresas e inversiones asociadas a la cadena de semiconductores en México. Ahora bien, la definición y priorización de esos bienes públicos no puede realizarse unilateralmente, sino que necesita surgir de una agenda de trabajo conjunta entre gobierno, academia y empresas. Por lo tanto, será fundamental contar con espacios institucionalizados de coordinación donde todos los actores puedan acordar objetivos y acciones concretos para una estrategia de permanente fortalecimiento del ecosistema nacional. Un importante antecedente en este sentido es el recientemente lanzado Plan Maestro para el Desarrollo de Semiconductores en México 2024-2030, que surge no solo del involucramiento de prácticamente todos los actores relevantes a nivel nacional, sino también del propio gobierno de los Estados Unidos y de instituciones multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).