Innovar es esencial para salir de la crisis en Latinoamérica y el Caribe
Cuatro países de América Latina y el Caribe se encuentran entre las 60 primeras economías innovadoras del mundo, de acuerdo con la 14° edición del Índice Mundial de Innovación 2021 (GII, por su sigla en inglés), publicado por la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI).
Chile ocupa el primer puesto en la región y el 53° en el ranking global, seguido de México (55°), Costa Rica (56°) y Brasil (57°).
No obstante, “en la región no vemos líderes globales de GII, lo que significa que hay mucho potencial para un avance sostenido. Con la excepción de Brasil, que invierte más de 1 por ciento del PIB en I+D (frente al 3 y 4 por ciento de las principales economías), la inversión en general sigue siendo muy baja”, señala Lorena Rivera León, co-editora de esta reciente edición del GII e integrante de la OMPI.
El GII, que clasifica a 132 países en función de sus ecosistemas de innovación, ubica en los primeros lugares a Suiza (1°), Suecia (2°), Estados Unidos (3°) y el Reino Unido (4°) y, por primera vez, a Corea en el quinto lugar, que hasta 2020 estaba en el décimo puesto.
“El análisis que realiza el GII facilita la identificación de los caminos a transitar para mejorar la situación de los países en relación con la innovación: inversiones prioritarias y continuas en educación, ciencia, tecnología e innovación”
Lorena Rivera León, co-editora de la edición 2021 del Indice Mundial de Innovación e integrante de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI)
Basado en 81 indicadores, con información de fuentes internacionales públicas y privadas, el cálculo del índice toma en cuenta dos aspectos: los insumos disponibles y los resultados de la innovación en cada país analizado.
Los primeros incluyen capital humano e investigación, infraestructura, sofisticación de mercado (crédito, inversiones, escala de mercado) y de negocios (conocimientos, enlace con la innovación). Los segundos, productos de conocimiento y tecnología, y productos resultantes de industrias creativas (patentes o derechos de autor).
Luiz Davidovich, presidente de la Academia Brasileña de Ciencias, opina que “el análisis que realiza el GII facilita la identificación de los caminos a transitar para mejorar la situación de los países en relación con la innovación: inversiones prioritarias y continuas en educación, ciencia, tecnología e innovación”.
El especialista, que no participó en el GII y es profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, dice a SciDev.Net que el avance de cinco puntos en el ranking que realizó Brasil respecto del año anterior se debe principalmente al aporte de las universidades públicas, responsables de más del 90 por ciento de la investigación que se realiza en el país en colaboración con industrias y formadores de profesionales.
Sin embargo, considera que la posición que ocupa Brasil en el GII “sigue siendo mala y no guarda relación con el tamaño de su economía”. Para el especialista, el atraso obedece a la ausencia de un proyecto nacional de desarrollo sostenible que identifique prioridades a corto, mediano y largo plazo.
“En lugar de ello tenemos políticas erráticas y sin visión de futuro, recortes presupuestarios, destrucción de biomasa nacionales, lo que dificulta la recuperación del país, la reestructuración de la economía, la generación de empleos más calificados y el protagonismo internacional”, afirma.
Marina Pérez Zelaschi, directora de carrera Ingeniería Industrial de la Universidad Nacional de San Martín en Buenos Aires, opina que, por estar basados en datos oficiales, por la ventaja de su continuidad y la robustez de cálculo, el GII es una herramienta útil para los decisores de políticas públicas.
Pero señala que “medir toda la dinámica de la innovación es complejo, como lo indican los propios autores, y no hay estadísticas públicas y homogéneas, que permitan una valoración del fenómeno en su real dimensión”.
Sobre cuál es la clave para que Chile ocupe el primer lugar en la región, Pablo Catalán, a cargo de la Dirección de Desarrollo e Innovación de la Universidad de Concepción (Chile), afirma que el país andino cimentó su posicionamiento en función de la calidad de sus instituciones, la sofisticación de su política pública en innovación y emprendimiento, la mayor cobertura educacional, y las mejoras en tecnologías de información y comunicación.
Sin embargo, Chile experimentó una baja en el GII en los últimos años que, según Catalán, se debe a la reducida diversificación y complejidad de la matriz productiva chilena, inversión público-privado en I+D, e interacción universidad-empresa.
Asimismo, la 14° edición del GII incluyó un análisis sobre el impacto de la pandemia de COVID-19 sobre la innovación y halló que mientras algunas empresas tuvieron que hacer recortes (sector de transporte, turismo, viajes), otras (desarrolladores informáticos, tecnologías de internet, productos farmacéuticos, entre otras) ampliaron la inversión en innovación.
“Esto marca una diferencia en relación con crisis económicas anteriores, cuando la caída del PIB se asoció con una caída en la inversión en I+D”, dice Lorena Rivera León. “Para salir de la crisis, las economías han tenido que transformarse y en esa dirección, la innovación jugó un papel central”, agregó.
El índice también puso en evidencia un dato alentador: el crecimiento alcanzado en la región en operaciones de capital de riesgo. Mientras en Europa y América del Norte estas operaciones disminuyeron (-3,1 y -0,7 por ciento, respectivamente) junto con la incertidumbre general de los mercados financiero, en América Latina y el Caribe se registraron aumentos de dos dígitos (12,1 por ciento).