Coronavirus en Latinoamérica: éxitos y fracasos

Mientras los países de la región no sean transparentes respecto a sus cifras, se dificulta el diagnóstico de los contagiados

Más de dos millones de personas se han contagiado del COVID-19 alrededor del mundo. Los muertos superan los 134 mil. La pandemia que se desató en China, luego trasladó su epicentro a Europa, ahora refleja en EE. UU. la mayor cantidad de muertos. Acorde se acerca la intensificación a la región, también lo hace la intertidumbre.

¿Está preparada América Latina?
Cada país ha afrontado la crisis de distinta manera, lo que muestra la gravedad o bien el éxito que ha tenido un país frente al coronavirus es la proporción de afectación respecto a cada millón de habitantes. Para que las cifras sean fiables deben ser coherentes con la realidad del país, cuestión que no ha sucedido en varios casos de América Latina.

Por ejemplo, pese a que el número de contagiados en Brasil es alto, por encima de 28 000, hay que destacar el porcentaje de recuperados: 14 026. Lo que implica un porcentaje superior al 50 % de los pacientes.

Datos Latinoamérica COVID-19

Mientras que en Nicaragua, donde el presidente estuvo desaparecido alrededor de dos semanas, se prohibió que los hospitales privados realicen pruebas y se le negó a la Iglesia católica atender a los enfermos en centros de salud. Además, se impidió crear un centro de información sobre el COVID-19. Allí las cifras no superan los 10 casos oficialmente y hay información incompleta.

Fiel a lo sucedido en China, donde el régimen comunista censuró y persiguió a los médicos e incluso se cerró el laboratorio que publicó el genoma del coronavirus, los gobiernos socialistas de la región se han caracterizado por la falta de transparencia, volviendo poco creíble la información provista. En el caso de Venezuela, por ejemplo, donde el sistema de salud está colapsado hace años, supuestamente se realizaron más pruebas que entre los dos países que más pruebas han realizado en la región (Chile y Perú).

Por su parte Ecuador, el país con más muertes per cápita en la región, perdió el fondo de emergencia durante la década del socialismo del siglo XXI. Dicho monto fue denominado «fondito» peyorativamente por Rafael Correa, quien ocupó ese dinero en gasto corriente, dejando al país sin respaldo ante esta crisis.

Aunque la cifra oficial es de 403 muertos en la nación ecuatorial, hay 632 muertes probables por el virus. La falta de certeza sucede por la ausencia de pruebas.

En contraposición, acorde menor es el tamaño del Estado y mayor el libre mercado, se han tenido los recursos necesarios para afrontar a la crisis, sin censura ni mayores trabas burocráticas. El más sobresaliente en materia de previsión ha sido Chile.

Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) no declaró la pandemia hasta marzo, en febrero ya se testeaban casos sospechosos con PCR (reacción en cadena de la polimerasa, que identifica el material genético del virus) en Chile y, a partir de marzo, cuando llegó el primer caso, se intensificó la cantidad de test realizados por día.

De acuerdo con el biomédico chileno Esteban Zapata, «mientras varios presidentes de la región y del mundo ‘ninguneaban’ al coronavirus como si fuese un ‘simple resfriado’, Chile ya fiscalizaba a turistas que provenían de zonas con coronavirus como China y, posteriormente, de Italia y España». Y resalta que lo hizo en medio de una crisis social caracterizada por manifestantes que luchan «contra el sistema neoliberal». Pero la evidencia muestra que ha sido hasta ahora el más eficiente.

Medidas en Latinoamérica para enfrentar al COVID-19 – por países
Argentina: el Gobierno argentino implementó medidas similares a los países vecinos, no fue el primero ni el más rápido, pero sí intentó acatar la recomendación del aislamiento y el confinamiento de la ciudadanía.

Una semana después que se confirmó la primera víctima por COVID-19, se anunció a una cuarentena parcial que pasó a una obligatoria a raíz de que muchos ciudadanos no acataron la petición de “quedarse en sus casas”. Pero el confinamiento no ha sido respetado por completo e incluso se vio gravemente ultrajado por decisiones del Gobierno.

El caso más emblemático fue la reapertura de los bancos, que dejaron de trabajar por la cuarentena obligatoria. Pero, ante la necesidad de que las entidades vuelvan a funcionar, la administración Fernández no pudo anticipar que esto iba a implicar una aglomeración masiva en las calles y bancos del país con filas interminables repletas de adultos mayores reclamando sus pensiones.

Otras medidas relevantes: suspensión total de las clases anunciada el 15 de marzo, el cierre de fronteras y la suspensión de vuelos provenientes de Europa, China, EE. UU., Corea del Sur, Japón e Irán por treinta días.

Principales críticas: el poco sentido de anticipación a la realidad, como el caso de los bancos, y las medidas que no se están tomando para preservar la economía. Argentina, además de la fuerte crisis que venía padeciendo, tiene grandes problemas como el déficit fiscal. Una de las acciones que la ciudadanía está exigiendo —como en otros países de América Latina— es, justamente, la reducción del Estado. Algo que no se ha hecho hasta ahora.

Brasil: la administración de Jair Bolsonaro ha sido una de las más criticadas en relación con las medidas tomadas para frenar la propagación del virus. El mandatario no tomó medidas contundentes y el sistema de salud brasilero ha quedado desprotegido a una escalada exponencial del COVID-19.

Algunas de las pocas medidas tomadas por el Gobierno brasilero son: cerrar fronteras con países vecinos, a nivel regional, en los estados de Río de Janeiro y Sao Paulo, es la suspensión de clases, la cancelación de eventos masivos y la reducción de la oferta del transporte público. A nivel Federal se prohibieron los cruceros turísticos. En Brasilia los bares y restaurantes no están cerrados, sino que establecieron una distancia mínima de dos metros entre mesas.

Lo cierto es que en Brasil las recomendaciones del aislamiento y el distanciamiento no se están cumpliendo. Una cosa es preservar la economía, tal y cOmo lo están haciendo países como Taiwán y Japón, y otras muy diferentes es no tomar ningún tipo de recaudo ante las recomendaciones cuando el mundo está en vilo.

Bolivia: recientemente en Bolivia se volvió a extender la cuarentena hasta el 30 de abril. La mandataria interina de ese país aseveró que la ciudadanía está cumpliendo bien las medidas y recomendaciones, pero que la lucha continuará. También dijo que se evaluaría la posibilidad de flexibilizar las medidas en distintas zonas del país.

El principal déficit de Bolivia en esta crisis no son las medidas tomadas desde las autoridades, sino la poca capacidad para realizar testeos. Esto obliga al Gobierno de ese país a actuar con cautela, ya que es imposible saber el impacto real del virus. Caso contrario a lo que ocurre en otros países donde sí se tiene un panorama más exacto.

Hay restricciones para salir a la calle, cierre de fronteras y del espacio aéreo, prohibición de viajes y de la circulación salvo para servicios básicos y abastecimiento.

Colombia: en Colombia se han practicado medidas como aislamiento preventivo y obligatorio —que se mantendrá hasta el 26 de abril— cese de las actividades escolares hasta nuevo aviso, cierre de las fronteras áreas y terrestres.

Días atrás, el presidente Iván Duque destacó que sin las medidas implementadas Colombia habría llegado a los 900 000 casos, también adelantó que ya se está evaluando una reapertura de la economía, pero advirtió que será un retorno a la vida productiva y no a la vida social.

El país afrontará este año el reto de la recesión mundial y su primera contracción económica desde el año 1999. A raíz de ello, es fundamental que la administración Duque logre encontrar ese equilibrio en preservar la economía y proteger el sistema de salud.

Chile: pese a las fuertes críticas que se ha llevado el Gobierno de Sebastián Piñera, Chile podría considerarse un caso de éxito frente al manejo de la pandemia. Para empezar, el país trasandino es el que más testeos realiza —y con gran margen de diferencia— con respecto a los otros países de la región. Esto permite un panorama más claro al Gobierno, de dónde está situado el país y, con base en ello, tomar las medidas más eficientes para frenar la curva de la pandemia.

En promedio, Chile realiza 3 000 test al día. Por esta razón es uno de los países en la región con mayores cantidades de casos, pero también tiene un alto número de recuperados, 2 937.

En Chile, a diferencia de otros países, no se ha implementado una cuarentena absoluta, pero sí parcial. El estatus del confinamiento se establece por zona, donde se han detectado varios casos permanecen en cuarentena obligatoria mientras que donde hay menores registros de contagios tienen una flexibilización del confinamiento.

Medidas económicas: Chile fue uno de los países que tomó medidas económicas para disminuir el impacto de la crisis. Se creó un plan de emergencia para ayudar a la gente y a las empresas, tal como lo hicieron Singapur, Dinamarca y Nueva Zelanda. Las empresas privadas anunciaron también un fondo privado para ayudar a la población vulnerable.

A destacar: el agravamiento de la crisis por el COVID-19 en Chile no es por la falta de preparación del sistema de salud o problemas económicas, como sí ocurre en el resto de Latinoamérica, sino más bien por un descontento social que viene desde hace varios meses y ha puesto al Gobierno Piñera en el ojo del huracán.

Así que es un punto importante resaltar que en Chile, a diferencia de otros países, ha tenido que convivir con el escepticismo y la resistencia de una parte de la población que quiere a toda costa cambiar el modelo que ha llevado a Chile a ser una de las naciones —con todos y sus defectos que tiene— mejor preparadas en la región para afrontar la crisis.

Costa Rica: el país tico se destaca por su bajo índice de letalidad. El país centroamericano, que tiene como vecino a Nicaragua, ha tomado medidas como el cierre de fronteras, la suspensión de clases y la prohibición de aglomeraciones y eventos de concurrencia masiva.

En materia económica, la administración de Carlos Alvarado anunció moratorias de impuestos para disminuir el impacto de la crisis en las empresas y estableció la prohibición de cortes de agua entre otras medidas para ayudar a los sectores más vulnerables. Dentro de las medidas van incluidas ayudas y subsidios que el Ejecutivo presentó al Congreso.

Una de las claves por la cual Costa Rica es uno de los países con menor índice de mortalidad es debido a su sistema de salud, reconocido internacionalmente y mucho mejor preparado para afrontar una pandemia que sus vecinos y homólogos del hemisferio.

Ecuador: fue uno de los países más golpeados durante las primeras semanas de propagación del coronavirus en América Latina. Organismos internacionales sostienen que será uno de los más afectados en materia económica a causa del COVID-19.

Ecuador, que desde el 12 de marzo se encuentra en emergencia sanitaria, atraviesa una situación crítica no solo en salud sino en economía. Tanto empresas privadas como sectores vulnerables clamaron medidas por parte de las autoridades, la respuesta llegó, pero la controversia continúo al no ser aprobada del todo por sectores sindicales y de industria.

El plan de emergencia económica contempla —entre otras muchas medidas— la creación de la llamada Cuenta Nacional de Emergencia Humanitaria; que tiene como objetivo garantizar alimentos, salud y evitar quiebras de negocios locales.

¿Por qué se rechaza el plan? La Cámara de Industrias y Producción de Ecuador aseveró que «no va en línea de aliviar los problemas urgentes que aquejan a la sociedad en su conjunto».

«Rechazamos enérgicamente el contenido de las medidas anunciadas en lo que tiene relación con seguir succionando la liquidez de las empresas y de las personas trabajadoras», reza la entidad en un comunicado donde rechazan el plan propuesto desde el Gobierno.

La Cámara de Industrias y Producción aglutina a gran parte de los rubros empresariales, ellos indican que más del 80 % de los negocios y empresas de Ecuador no realiza ninguna actividad debido a la crisis sanitaria.

El comunicado denuncia que «a diferencia de permitirle un respiro, restan aún más la liquidez de las empresas y la capacidad de compra de la población ecuatoriana”.

El Frente Unitario de Trabajadores, que es el centro síndico más grande del Ecuador, también se manifestó en contra de las medidas tomadas por el presidente Lenín Moreno. Incluso, Mesías Tatamuez, presidente del Frente, denunció que la medida es inconstitucional y que los fondos de ayudas no deberían salir de los trabajadores.

Otras medidas económicas aplicadas: la administración Moreno anunció que propondrá a la Asamblea Nacional una serie de resoluciones legales que impidan el desalojo de familias por falta de pago en los alquileres. Esto regirá durante el periodo del estado de emergencia y 60 días posteriores a su levantamiento.

También se presentará una propuesta para ampliar la cobertura de salud para los desempleados y un seguro para aquellos que se encuentren en paro.

El Salvador: fue uno de los pioneros en recurrir al cierre de fronteras para frenar la propagación del virus COVID-19. El presidente Nayib Bukele además de aprobar el cierre de las fronteras, también exigió que todo nacional o extranjero residente que ingrese cumpla con un aislamiento obligatorio preventivo durante 30 días en albergues facilitados por el Gobierno. Dichas instalaciones fueron criticadas por su falta de higiene los primeros días.

El Salvador fue el primer país en Latinoamérica en prohibir el ingreso de extranjeros a su país. También aprobó una serie de medidas económicas que contempla la cancelación de pagos de servicios como: luz, agua, internet y telefonía. También los pagos de arriendos.

Entre las medidas hay que incluir un plan de subsidios que ronda los 300 dólares para aquellas personas que se quedaron sin ingresos durante el proceso de aislamiento obligatorio. Esta medida, posteriormente, fue contraproducente porque, al igual que en Argentina, mucha gente se aglomeró en las calles salvadoreñas para cobrar dichos subsidios.

Guatemala: el país presidido por Alejandro Giammattei afronta la problemática de la poca atención y acatamiento que la ciudadanía le está prestando a las recomendaciones de salud por parte de los expertos. De hecho, Guatemala está padeciendo una subida vertiginosa de los casos positivos por COVID-19.

Una de las medidas tomadas para intentar disminuir la circulación de personas, contribuir al distanciamiento social y al aislamiento es el toque de queda que se hace afectivo a partir de las 16:00 de ese país y que tiene una duración de 12 horas.

En Guatemala la crisis sanitaria no solo es profunda, sino histórica. Las autoridades no han podido hacer efectivas sus medidas en sanidad, como sí lo lograron países con similares problemas, y ni siquiera han podido frenar los pasos fronterizos y la migración ilegal.

Para intentar frenar el impacto de la crisis económica en el sector del comercio informal, el Gobierno aprobó un subsidio de 130 dólares para los trabajadores de esa área.

Días atrás, el presidente Giammattei anunció una serie de medidas restrictivas: prohibida la circulación del tránsito de tipo recreativo, social o familiar vía terrestre, aérea y marítima. Además, dijo que a partir del miércoles 8 de abril se restringirá aún más el transporte, con excepción al destinado a carga de alimentos y gasolina, entre otros. Además, prohibió la venta y consumo de bebidas alcohólicas en espacios públicos.

Honduras: al igual que Guatemala, tiene un sistema deficiente y bastante precario con especial riesgo a padecer frente al COVID-19. Honduras se encuentra entre los países con una de las tasas de letalidad más alta de la región.

La situación hondureña es bien parecida a la guatemalteca, medidas de prevención similares —toques de queda, cierre de fronteras— pero, lo más preocupante, además del deficiente sistema de salud, son los pocos testeos realizados cada día. Incluso mucho más bajo que Guatemala y otros países cercanos.

Nicaragua: el régimen nicaragüense es con creces una de las administraciones más deplorables en esta pandemia. Nicaragua, hasta ahora, no solo omitió algún tipo de medida para frenar la propagación, también promovió las aglomeraciones con actos de concurrencia masiva, los viajes por vacaciones y no ha tenido el pudor de suspender las clases para no exponer a los niños y estudiantes.

El manejo es tan irresponsable que su país vecino, Costa Rica, está evaluando acciones internacionales para sancionar al régimen de Nicaragua.

En ese país, a falta de un Gobierno competente, la ciudadanía, las empresas privadas, las organizaciones y las instituciones —como la iglesia— son quiénes se han encargado de promover la responsabilidad de cumplir las recomendaciones en materia de salud. En ese sentido, Nicaragua es el caso único de una sociedad civil que tiene que afrontar una pandemia estando totalmente expuesto.

No está de más decir que Nicaragua es uno de los países menos capacitados para contener un contagio masivo —y quizás no tan masivo—, esto teniendo uno de los sistemas de salud más frágiles del mundo y porque la ciudadanía, en un 70 % en zonas urbanas y otro 35 % en zonas rurales, no tienen acceso al agua potable. Es decir, un gran porcentaje de los nicaragüenses no puede ni siquiera cumplir con el requisito esencial de lavarse las manos.

México: presidido por Andrés Manuel López Obrador, es uno de los países que peor se manejó en los inicios de la pandemia. Primero tomando una postura completamente contraria al resto de países, solo equiparado con Nicaragua; segundo, por la irresponsabilidad de su mandatario con declaraciones verdaderamente inoportunas y también malos ejemplos como invocar aglomeraciones, abrazar y hasta besar seguidores.

Pero esto fue solo al principio, la realidad del COVID-19 empezó a golpear a México y con el pasar de los días las medidas se fueron “intensificando”, de cierta forma, para contener la proliferación del virus. Algunas de las disposiciones fueron: el cierre de las escuelas, el pedido del Gobierno de no salir a la calle, cierre de bares, restaurantes, cines y suspensión de actividades deportivas, entre otras.

Panamá: es el país centroamericano con más casos detectados (3 574), pero esto tiene dos grandes explicaciones: de la región, es el segundo que más testeos per cápita hace luego de Chile, lo otro es que indudablemente su posición estratégica la convierte en un punto de riesgo de contagio.

Una de las medidas tomadas en Panamá para intentar contener los contagios, es que las salidas a la calle para revolver asuntos de emergencia se harán por sexo. Las mujeres solo están autorizadas a ir a supermercados, bancos y farmacias los lunes, miércoles y viernes. Los hombres pueden hacerlo los martes, jueves y sábados.

La regulación por sexo se sumó a otras disposiciones para reforzar gradualmente el confinamiento. Ahí se encuentran salidas permitidas y restringidas según los horarios y por números de las cédulas de identidad.

Las autoridades cerraron los negocios en todo el país por 30 días. Se anunció, además, que todos los actos públicos y reuniones están cancelados. La excepción son los funerales, donde solo puede asistir un máximo de cinco personas.

Paraguay: el país presidido por Mario Abdo Benítez fue pionero en Sudamérica para implementar medidas para evitar la proliferación del virus. Paraguay cerró sus fronteras rápidamente, permitiendo la entrada solo a nacionales y extranjeros residentes con la condición de confinamiento obligatorio. También restringió los vuelos comerciales, suspendió las actividades escolares y pasó de una cuarentena preventiva a una cuarentena total, con toques de queda a partir de cierto horario.

Recientemente, para evitar circulación masiva —que también hubo durante algunos días — se anunció que los autos podrán circular según el número de chapa/placa. Impares para los días lunes, miércoles, viernes y domingos; y los pares para martes, jueves y sábado.

Paraguay impuso la mayoría de estas disposiciones desde el 9 de marzo, cuando apenas había 25 casos y tampoco había la circulación comunitaria. Las decisiones se fueron aplicando en ese prueba-error con el que todos los países han tenido que convivir en esta pandemia.

Así como se destaca con las medidas en materias de salud, hay críticas con respecto a las respuestas en la parte económica. El mandatario Abdo Benítez ya presentó varias disposiciones que fueron bien recibidas, como la reducción del “malgasto” público por varios meses, también se anunció un plan de emergencia donde el Ejecutivo dispone de recursos para fortalecer el sistema de salud. Pero aún están faltando estrategias que protejan más al sector privado para preservar el empleo y que no se corten la línea de pagos.

El presidente paraguayo también anunció el endeudamiento por 1 600 millones de dólares, que implica una subida de la deuda del 25 % del PIB. Este dinero se utilizará para afrontar la crisis, esta es una medida que ha causado polémica en varios sectores. Para algunos economistas es una de las acciones más viables de obtener recursos, para otros es la forma de someter a Paraguay a un pago que no podrá afrontar ante la contracción de la economía y la recesión mundial.

Uno de los principales déficits de Paraguay para afrontar la pandemia es la poca capacidad de procesar muestras al día. Con un mayor número de pruebas —más parecido al de Uruguay, por ejemplo— la administración de Benítez tendría un panorama mucho más claro de cómo avanzar con respecto a la flexibilización de la cuarentena absoluta.

En Paraguay continúan trabajando los servicios esenciales, como supermercados y farmacias, también estaciones de servicios, bancos y algunos comercios, aunque la mayoría están cerrados acatando la cuarentena.

Perú: fue el primer país en decretar la cuarentena de forma obligatoria. Eso fue el pasado 15 de marzo.

Para afrontar la crisis económica, el Gobierno aprobó un subsidio más o menos equivalente a las pérdidas que representarán estos 15 días para cada familia que viva de este rubro, un estimado de 105 dólares.

En el país peruano se postergó el inicio del año escolar, se cerraron las fronteras y rige una emergencia sanitaria desde el 18 de marzo. Se han implementado medidas muy similares al resto de los países en la región.

En ese sentido, y para proteger al máximo el sistema de salud, el Gobierno de ese país anunció la extensión del estado de emergencia nacional hasta el 26 de abril. Con esto se mantiene la cuarentena general y el toque de queda.

Uruguay: el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou, que tenía dos semanas en el cargo, el 13 de marzo dio a conocer los cuatro primeros casos del nuevo coronavirus y ese día declaró emergencia sanitaria suspendiendo todas las actividades públicas, clases presenciales y exhortó a la gente a que se quedara en casa.

Otra medida fue el cierre de fronteras, con la única excepción para la población que vive en ciudades fronterizas con Brasil. Esto no impide que el país haga esfuerzos por repatriar a sus nacionales.

Uruguay, a diferencia de otros países, optó por un modelo de cuarentena mucho más flexible para no arriesgar el sector económico y mantener a raya la curva de contagiados. Uruguay, hasta ahora, sigue manteniendo el control de la situación y aún no se ha visto en la obligación de extremar medidas.

El último reporte, del 14 de abril, indica que el país procesó 693 test con 681 resultados negativos y 12 positivos. Desde el 13 de marzo se han procesado 9 929 test con 533 resultados positivos. También cuentan con 260 recuperados.

El sistema de salud uruguayo también goza de cierta estabilidad contado con unas 900 camas de cuidados intensivos, el presidente Lacalle Pou aseveró que para que el sistema colapse la cifra de contagiados debería ascender a 8 700 casos.

Venezuela: no solo está a merced del impacto económico y en materia de salud que puede provocar el COVID-19, sino de un régimen criminal narcoterrorista que está usando la pandemia como excusa para imponer mayores controles sociales.

El COVID-19 puede representar una catástrofe en el país por motivos conocidos: la falta de agua en gran parte del territorio, incluyendo centros hospitalarios. La enorme vulnerabilidad de la población en cuanto a sus sistemas inmunológicos; carencias básicas de alimentos y complementos vitamínicos que implican defensas bajas ante cualquier enfermedad, el enorme problema de la energía eléctrica. La economía completamente destrozada, los problemas sociales y, por si fuera poco, el decrecimiento en el envío de remesas de los venezolanos en el exterior por la crisis global.

A esto se le debe agregar que la tiranía de Nicolás Maduro ha ocultado casos de COVID-19 y está intentando manejar las estadísticas para alegar un supuesto control de la situación que, claramente, no puede tener. Las cifras oficiales del régimen se contradicen, además, ya se conocen filtraciones de que el chavismo ocultó casos positivos de militares venezolanos provenientes de Irán que, a su vez, contagiaron personal médico en Caracas.

El régimen asegura que hay 175 casos de contagiados, pero solo en el estado Mérida médicos denuncian que hay más de 300 pacientes sospechosos de COVID-19

Las medidas del régimen de Maduro han sido, por si fuera poco, ineficientes. La escasez de combustible generó que cientos de miles de motorizados se aglomeraran en plena pandemia provocando un fuerte foco de contagio. Además, las medidas restrictivas llegan a una parte de la ciudadanía, pero no a enchufados o bolichicos que andan por el país a sus anchas provocando y generando más casos.

“Medidas” a mencionar: la tiranía decretó la cuarentena para siete estados inicialmente. El 17 de marzo se extendió a todo el país. También se suspendieron casi por completo los vuelos al exterior.

Supuestamente, todo viajero proveniente de Europa que haya llegado en marzo al país debía ir a cuarentena obligatoria. Esto no se cumplió al igual que aislamiento obligatorio.

Las clases fueron suspendidas, al igual que los eventos deportivos y se prohibieron las concentraciones públicas. Además, la tiranía ordenó que en los restaurantes solo se ofrezcan comida para llevar y pidió suspender cualquier actividad en discotecas y bares.

Maduro declaró en «emergencia permanente» al sistema sanitario y el Ministerio de Salud de Venezuela publicó la lista de los «hospitales centinelas», que son 46 centros hospitalarios dispersos por todo el país. Estos, según el régimen, fueron dotados con los medios necesarios para tratar a los pacientes infectados por el COVID-19. Pero la ineludible realidad denota que en este país enfrenta un desabastecimiento de cualquier insumo básico y la precariedad más notable de toda la región.

Para concluir, mientras los países de la región y el mundo, comenzando por China (donde originó el brote de coronavirus), no sean transparentes respecto a sus cifras, se dificulta el diagnóstico de los contagiados, al igual que la viabilidad de una cura o bien de un tratamiento sostenible.

En el caso de América Latina se complica aún más, dada la situación económica, pues sostener una cuarentena prolongada resulta inviable para muchos y por tanto aumenta el riesgo de propagación. No obstante, hay casos excepcionales en la región que han sabido no solo prevenir sino afrontar la situación sin sacrificar su economía y por ende garantizar la supervivencia de sus ciudadanos.