La ciencia latinoamericana se une contra la pérdida de biodiversidad
En la antesala de la COP16 de Cali, las instituciones científicas de América Latina y el Caribe deben elevar su voz, hacer llegar su conocimiento sobre la pérdida de la biodiversidad e identificar prioridades de investigación para traducirlas en acciones concretas. Estos temas se tratarán en un evento de CAF el 28 de agosto en el Parque del Chicó de Bogotá.
La pérdida de la biodiversidad, el cambio climático y la contaminación generarán pérdidas potenciales de aproximadamente 44 billones de dólares (la mitad del PIB mundial), asociadas a los sectores que depende en cierta medida de la naturaleza. Las consecuencias de la pérdida de biodiversidad son cada vez más graves: afecta al suelo y al agua, recursos fundamentales para la agricultura y la salud; genera desequilibrios en los ecosistemas naturales; acelera la proliferación de plagas; y aumenta las emisiones de CO₂, entre otros.
Para frenar esta situación, se requiere llevar el conocimiento científico a la práctica, generar canales de comunicación que permitan a las partes dialogar y acelerar la puesta en marcha de políticas basadas en la ciencia que permeen las agendas nacionales de desarrollo y las estrategias empresariales.
Con el objetivo de contribuir al posicionamiento de la ciencia con otra mirada, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe- promueve el evento Ciencia con voz de América Latina y el Caribe, para una biodiversidad positiva, el 28 de agosto de 2024 de 9:00 a 16:00 en el Parque del Chicó de Bogotá, que pretende generar espacios de diálogo entre instituciones científicas y aportar conclusiones para enriquecer las discusiones de la COP16. Estas conclusiones serán recogidas en un documento que se presentará en el Pabellón de América Latina y el Caribe organizado por CAF.
“Desde CAF estamos promoviendo la presencia de científicos y representantes de las instituciones financieras internacionales, con el objetivo de aportar una nueva visión con voz de América Latina y el Caribe a los retos de la biodiversidad. CAF contará en la COP16 con un pabellón abierto a todos los países de la región, que será un lugar de diálogo y visibilidad, donde se presentarán iniciativas innovadoras en ecosistemas como los manglares, la Amazonia, el Caribe, el Chocó biogeográfico, la Patagonia y las Galápagos. Igualmente, dispondrá de espacios en la zona habilitada en Cali para el encuentro con la sociedad civil y los agentes sociales”, dijo Alicia Montalvo, gerenta de Acción Climática y Biodiversidad Positiva de CAF.
La apuesta de CAF por un enfoque ecosistémico y de ciencia
América Latina y el Caribe es una de las regiones más ricas en biodiversidad terrestre y marina. La Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés) valora los servicios ecosistémicos terrestres y costeros de la región en 24,3 billones de dólares por año. La región contiene a seis de los diecisiete países más megadiversos del mundo (Brasil, Colombia, Ecuador, México, Perú y Venezuela), abarca entre el 60% y el 70% de todas las especies conocidas, aproximadamente el 25% de los bosques tropicales y el hábitat más biodiverso del mundo: la selva amazónica.
En este contexto, CAF ha adoptado en sus operaciones el enfoque ecosistémico que responde no sólo a las necesidades de los países para la gestión integrada de tierras, aguas y recursos vivos, sino también a las de sus ecosistemas para su conservación y uso de los recursos de manera sostenible y equitativa.
Algunos ejemplo de este nuevo enfoque son el Programa para la Gestión Integrada y Sostenible del Sargazo en el Gran Caribe, que beneficiará a México, Costa Rica, Panamá, Colombia, Jamaica, República Dominicana, Barbados, Trinidad y Tobago y Venezuela gracias a la promoción del manejo sostenible del sargazo. Otros ejemplos son el proyecto para restaurar los arrecifes coralinos de Colombia, Ecuador, México y Costa Rica, la iniciativa The Americas Flyways Initiative (AFI), que pretende identificar y conservar más de 30 paisajes críticos a lo largo de rutas migratorias que abarcan Norteamérica, Centroamérica, Sudamérica y el Caribe, o proyectos para fortalecer la gestión de las áreas naturales protegidas en Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador y Panamá.