La pandemia frena el desarrollo de los jóvenes latinoamericanos

América es un continente de gente joven, en el que 235 millones de personas tienen entre 10 y 24 años de edad, lo que equivale al 23% del total, según una proyección de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y aunque este no es precisamente el grupo más golpeado por la pandemia, sí lo es en términos de salud mental y de oportunidades.

En marzo, cuando el covid-19 se regó por América Latina, los países declararon cuarentenas e incluso toques de queda para mitigar la rápida propagación del coronavirus, medida que obligó a los jóvenes a adaptarse a un nuevo estilo de vida sin contacto social.

Eso supuso el adiós temporal a las reuniones de amigos en bares y discotecas, a las fiestas, al cine, los conciertos o las actividades físicas al aire libre, y por otro lado, los empujó a la educación virtual.

Para el sicólogo Pablo Monsalve, profesor de la Fundación Universitaria del Areandina y asesor de la ONU en Colombia, una de las cosas más difíciles para los jóvenes durante la pandemia «es la adaptación, especialmente cuando uno lleva rutinas específicas: el estar casi todo el día en la calle trabajando, estudiando o haciendo varias actividades».

«El hecho de cambiar la rutina implica varias cosas: por un lado, puede existir un fenómeno que le llamamos la negación. Al principio, muchos de nuestros jóvenes tuvieron esa sensación de impotencia, de (pensar) esto no puede ser, esto no puede estar pasando», dice a Efe Monsalve, especializado en transtornos afectivos y emocionales.

Para resistir a las frustraciones que conlleva el encierro unos veinte jóvenes que no superan los 22 años se reúnen casi a diario con el fin de practicar BMX freestyle y skateboarding en una desvencijada pista de Cartagena de Indias. A sus 16 años, Wilson Marrugo dedica la mayor parte de su tiempo a la tabla con la que hace saltos de más de metro y medio de altura y otras maniobras.

«Cuando no podía salir por el toque de queda me aburría mucho en casa», comenta Marrugo, que junto al igual que sus compañeros usa tapabocas para protegerse cuando entrena al aire libre desde que las autoridades permitieron «hacer deporte en las mañanas».

Brasil es el segundo país más azotado por el coronavirus en el mundo y la proporción de jóvenes muertos por el patógeno es superior a la de otros, sobre todo entre los pobres, que enfrentan obstáculos para cumplir las medidas de distanciamiento social.

Las cifras oficiales muestran que alrededor del 70% de los fallecidos por covid-19 en el país tienen más de 60 años, un porcentaje que alcanzó el 95% de fallecimientos en países como España e Italia. Una de las razones que explican este factor es que, con sus más de 210 millones de habitantes, el gigante suramericano cuenta con una pirámide poblacional menos envejecida que la europea y solo el 13.6% de los ciudadanos tienen más de 60 años, mientras que en España representan el 25%.

«Aquí la mayor concentración (de población) está entre la segunda y la cuarta década de vida», por lo que «predomina la gente joven», explica a Efe la investigadora Margareth Dalcolmo de la Escuela Nacional de Salud Pública de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz).

Pero a pesar de la cuestión demográfica, también existen motivos «sociales y económicos» que demuestran que «la mortalidad tiene una diferencia de clase social obvia en Brasil».

«La población menos favorecida, la de los más pobres, está compuesta por personas más jóvenes» y su vulnerabilidad ante el covid-19 reside precisamente en sus «condiciones de vida, ligadas a la falta de saneamiento básico, educación y cuidados de higiene», afirma.

En Colombia, quinto país latinoamericano en contagios, la población entre 20 y 29 años, es la segunda en casos positivos, con el 22% del total, pero la octava en muertes, con el 1.32 % de las defunciones.