Una respuesta decidida a la pandemia, y un camino hacia la recuperación económica
Por: Axel van Trotsenburg
Director gerente de Operaciones del Banco Mundial
La pandemia de coronavirus ha tenido un importante costo humano, con cerca de 15 millones de casos confirmados de COVID-19 y más de 600 000 muertos en todo el mundo hasta mediados de julio.
A medida que el brote sigue desplazándose y afectando a diferentes lugares en el planeta, han surgido nuevas zonas críticas en países en desarrollo, ubicados en América Latina y Asia meridional, así como tendencias preocupantes en partes de África. También están apareciendo brotes de una segunda ola de la pandemia en lugares donde se habían registrado avances.
Los impactos económicos y sociales de la pandemia se hacen sentir a nivel mundial: en medio de una gran incertidumbre, todos podemos prever un mundo muy diferente durante un largo tiempo en el futuro. Es probable que millones de personas más caigan en la pobreza extrema como resultado de la COVID-19, y aquellas que ya son pobres sufrirán privaciones aún más profundas. Más de 1000 millones de empleos están en peligro en todo el mundo, lo que aumenta la necesidad de mejores redes de protección social para la mayoría de los trabajadores informales o para diversos grupos vulnerables. Cuando los países en desarrollo se empeñan en frenar la emergencia sanitaria, también deben buscar formas de contener los daños económicos y sociales y trabajar en forma urgente para reencaminar sus programas de desarrollo.
El Grupo Banco Mundial se ha comprometido a hacer todo lo posible para ayudar en todos estos frentes. Reconocemos que la escala masiva de la pandemia de COVID-19 exige una respuesta realmente excepcional. Ya estamos trabajando con más de 100 países de ingreso bajo y mediano para dar apoyo a sus sistemas sanitarios y sus respuestas a gran escala, así como para sentar las bases de la recuperación.
“Tenemos previsto proporcionar hasta USD 160 000 millones en financiamiento desde abril de 2020 hasta junio de 2021 para mitigar la emergencia sanitaria y enfrentar los impactos económicos y sociales de la crisis”.
Como señalé recientemente hay cuatro prioridades para la acción amplia y rápida que lleva a cabo el Grupo Banco Mundial: salvar las vidas amenazadas por la pandemia; proteger a los más pobres y vulnerables; ayudar a salvar los empleos y las empresas, y trabajar para construir una recuperación más resiliente. Estas prioridades se describen en nuestro enfoque operacional frente a la crisis de COVID-19 (PDF, en inglés) titulado Saving Lives, Scaling-up Impact and Getting Back on Track (“Salvar vidas, aumentar el impacto y retomar el camino”). Invito a todos a explorar este documento en profundidad, y me gustaría destacar algunos puntos clave aquí.
La pandemia de COVID-19 demanda la participación del Banco Mundial con una rapidez, escala y selectividad sin precedentes. El propósito de nuestra respuesta a la crisis es ayudar a los países clientes a prestar asistencia a por lo menos 1000 millones de personas afectadas por la COVID-19 y dar un nuevo impulso a nuestros dos objetivos: poner fin a la pobreza extrema y promover la prosperidad compartida.
Estamos organizando nuestra respuesta en las tres etapas de la crisis: el alivio, la reestructuración y la recuperación resiliente. La primera etapa implica responder a la amenaza sanitaria planteada por la COVID-19 y sus impactos sociales, económicos y financieros inmediatos. Luego, a medida que los países controlan la pandemia y comienzan a reabrir sus economías, la etapa de reestructuración se centra en fortalecer los sistemas sanitarios ante futuras crisis; restablecer la vida y los medios de subsistencia de las personas a través de la educación, el empleo y el acceso a la atención médica, y ayudar a las empresas e instituciones financieras a recuperar una base sólida.
“La etapa de la recuperación resiliente conlleva ayudar a los países a construir un futuro más sostenible, inclusivo y resiliente en un mundo transformado por la pandemia”.
La mejor expresión de esta es el concepto “reconstruir mejor”, que significa implementar intervenciones que responden a las necesidades de corto plazo, pero que también mantienen un nexo con los desafíos de desarrollo de largo plazo.
Al enfrentar esta crisis, la cooperación internacional cobra un nuevo nivel de importancia. Las demandas de financiamiento son realmente impactantes y solo a través de una estrecha colaboración podemos encarar este desafío. Tendremos que fomentar el trabajo estrecho entre los sectores público y privado, específicamente ayudando al sector privado a recuperarse y, de esta manera, facilitar la protección del empleo y la creación de nuevos trabajos. Teniendo presente la ventaja comparativa del Grupo Banco Mundial, trabajaremos con clientes y asociados —los sectores público y privado, y organizaciones multilaterales y comunitarias— para elaborar enfoques innovadores que puedan acelerar los avances en la lucha contra la pandemia y transformar la crisis en oportunidades.
Me siento optimista que, con perseverancia y apoyo constante, algunos países podrán alcanzar la etapa de recuperación resiliente más rápido de lo que imaginamos hoy. Y eso hace que sea especialmente importante que todos empecemos a pensar en cómo cada país en desarrollo puede reconstruir mejor. Es un largo camino, y necesitaremos una coalición mundial de verdad para responder a la escala que se necesita para aplanar la curva de la pandemia y empinar más la curva de la recuperación. Pero lo vamos a lograr.