Por: Lic. Félix Santana García
Economista, Profesor Universitario
flix.felixsantana.santana@gmail.com

El mundo continúa en vilo en lo que a sanidad y socio-economía se refiere y todo por una pandemia que no da tregua a ningún país pues cuando se piensa que las cosas van a mejorar es ahí donde comienza a recrudecer.

La pandemia ha doblegado a muchas economías una más que otras pero sus efectos y secuelas han sido intensas llevando a muchos países a depender de emisiones de deudas y financiamientos bancarios locales e internacionales para poder sostener sus operaciones, combatir el incremento del desempleo, la caída del turismo, las inversiones externas directas, exportaciones e importaciones.

No hay un país que hoy pueda decir que no está siendo afectado por la pandemia que ha arrastrado por más de siete meses a casi todos los sectores económicos a una crisis económica sin precedentes.

A raíz de ello la imaginación humana ha sido fértil en busca de diversas alternativas para mantener las economías en constante actividad, teniendo que hacer malabares mediante políticas monetarias y fiscales a través de las cuales se flexibilizan los créditos, constriñen los excesos de gastos, aumenta la deuda pública y se postergan los cobros de impuestos.

Pero ante esta delicada situación económica que aún no se le ve fin, muchos gobiernos han decidido disminuir la evasión y elusión de impuestos y gravámenes, mientras otros solo se han limitado a incrementar los impuestos o disminuir los gastos en áreas donde ante la pandemia no debe gastarse.

España, por ejemplo, estudia en la actualidad un aumento del ITBIS, allá el IVA, a la sanidad y educación privada y revisa los planes de pensiones ante una posible caída del Producto Interno Bruto en un 12.8% en el presente año y un déficit público de alrededor de un 6.46% del PIB en el primer semestre del año, una caída en la llegada de turistas en un 75% y una deuda del 98% del PIB.

Debido a los índices anteriores el Fondo Monetario Internacional (FMI) convida a España a aumentar los estímulos a los fines de mantener funcionando la economía.

El articulista señor José Carlos Diez del periódico el País de España en su artículo: Política Fiscal e Incertidumbre de fecha 3 de octubre 2020 recuerda que Keynes, en su Teoría General, describió la trampa de la liquidez, como el punto en el que la política monetaria deja de ser efectiva y recomienda dar paso a las políticas fiscales expansivas, esto supone aumentar el déficit público en las fases recesivas y reducir la volatilidad del PIB, el empleo y la incertidumbre de los agentes privados.

Pero los resultados de las políticas fiscales toman su tiempo que muchas veces al sentirse o al surtir sus efectos positivos ya es demasiado tarde.

Hoy la República Dominicana como parte del concierto de naciones del mundo también es afectada por una crisis económica sin precedentes debido a las mismas razones de crisis de salubridad y economía causada por la pandemia, situación que le ha llevado a estimar la expansión del gasto de educación y obras públicas a los fines de coadyuvar con su reanimación.

Se estima que el déficit fiscal de la nación dominicana será a final de año 2020 de 9.5% del PIB y que posiblemente el del próximo año será de un 3%, la deuda consolidada rondará el 65% del PIB, mientras la tasa del dólar será de más del 60 pesos por un dólar y la tasa de desempleo rondará por un 13% y una contracción de un 8.5% en el primer semestre del año 2020.

Ante ese panorama las autoridades fiscales presentaron un presupuesto de 1(un) billón 37 millones sustentados en impuestos que han de consensuar entre los distintos sectores así como la emisión de nuevas deudas a los fines de poder mitigar los efectos del Covid-19.

Que nadie se llame a engaño de que se podrá llevar hacia adelante económico, social y salubridad, país alguno, si este no se auxilia de nuevos impuestos, redirige correctamente el gasto público, aumenta la deuda y procura donaciones externas a los fines de poder solventar la economía dominicana hoy de capa caída ante los problemas de salubridad.

No hay economía sana sino se lograr dotar de salud a la población del país muy especialmente a su clase trabajadora.

Se escucharán muchas opiniones encontradas respecto de qué se debe disminuir la deuda respecto al PIB o que no se debe aplicar tal o cual impuesto pero en el punto en el cual todos deben colegir es en que de una forma u otra se deben buscar fórmulas que permitan mantener las actividades económicas en un ritmo que permita a la nación dominicana sobrellevar la actual crisis económica sin precedentes.

Lo sensato, lo humano y correcto es que todos los dominicanos lleguen a un consenso para hacerle frente a tan delicada situación de incertidumbre por la cual atraviesa el país.

Hoy se tiene ya un Presupuesto General del Estado dominicano para el año 2021 el cual no representa una camisa de fuerza pues la mayor parte de los presupuestos son flexibles ante los distintos niveles de actividades, en otras palabras, que durante su ejecución están sujetos a ajustes a los fines de acercarlos a la realidad. Solo son estimaciones que han de variar conforme las condiciones nacionales e internacionales. De algún lugar han de provenir los recursos que han de financiar el gasto público, pues la situación de crisis que hoy vive la humanidad no tiene parangón.

Evítese el sensacionalismo, la distracción, las críticas malsanas que a sabiendas de que aún vive el enemigo común o Covid-19 es menester hacerle frente con el propósito de vencer la crisis económica sin precedentes que hoy mantiene de rodillas al país y el resto del mundo.