ARTICULO: Inversionistas en pánico
Por: Lic. Félix Santana García
Economista, Profesor Universitario
felix.felixsantana.santanagarc@gmail.com
Si bien es cierto que regularmente cunde preocupación cuando se afecta la salud de una persona, ahora más que nunca por la presencia inesperada de un virus del cual no se tienen muchos detalles para enfrentarlo con un medicamento efectivo que evite las consecuencias negativas que este esta originando en el cuerpo de las personas hasta llevarlas a los consabidos problemas psicológicos y en casos extremos hasta la muerte, no menos cierto que también está llevando a la humanidad al pánico financiero.
Es una crisis de salubridad que hoy arrastra los aspectos económicos y financieros de consecuencias incalculables pues la humanidad ha conocido y lidiado con crisis económicas y financieras puras sin otras vinculaciones, pero en este caso ha sido la mezcla de salud, economía y finanzas.
En crisis económica y financiera propiamente dicha los correctivos se han circunscritos a lo monetario y fiscal, pero ahora la crisis actual extiende sus tentáculos de forma muy agresiva y preocupante a un aspecto que le da soporte a la vida misma como es la salud y sin ella no tiene lo demás.
Enfermedad que sorprende a muchos sistemas de salubridad maltrechos o de baja calidad por la pírrica inversión que en ellos se hace, pues es de conocimiento general que muchos gobiernos apenas invierten en salud menos de un 2% de su Producto Interno Bruto (PIB).
Todos los sectores de la vida cotidiana que conforman un país hoy se encuentran en vilo pues no saben por dónde empezar para enfrentar con éxito este incontrolable virus.
Conforme lo anterior, hoy los gobiernos invocan políticas monetarias y fiscales a través de sus bancos centrales y ministerios de hacienda o tesoro para contener el posible colapso total de las economías que ya el Fondo Monetario Internacional informa que ya está en recesión.
Pero así como hay pánico externo y local también cunde preocupación entre las personas, familias e instituciones que viven de las inversiones.
Es el caso de muchos inversores que conforme el riesgo país mueven sus capitales de una nación a otra en busca de mejores rendimientos con el menor nivel de riesgo posible.
Ante esta grave crisis de salubridad que ya arrastra lo económico y financiero los inversores o inversionistas no saben dónde llevar su dinero para evitar la erosión total de este.
Como es de conocimiento hay títulos valores de rentas fijas como los bonos y variables como las acciones comunes u ordinarias. Son muchos inversionistas que a través de fondos de inversiones han invertido sus capitales en instrumentos financieros de rentas variables los cuales tendrán fuertes pérdidas, por las bajas utilidades que las empresas obtendrán este año y por ende por las caídas de los dividendos que estas entregarán a sus accionistas.
Como el precio de las acciones depende del valor presente o el descuento de los flujos de efectivo (dividendos) que pagarán las empresas en el futuro previéndose que los mismos caerán estrepitosamente muchos inversionistas o tenedores de acciones comunes siente ya pánico y venden rauda y veloz sus acciones.
En esta semana los más grandes inversionistas de rentas variables o de acciones comunes de los Estados Unidos han vendido acciones por valor de US$9,200 millones a los fines de proteger sus capitales ante la caída de los mercados de valores.
Hoy muchos de estos capitales ociosos buscan ser colocados en instrumentos de rentas fijas y en su defecto en la compra de lingotes de oro, por ello es que este metal precioso ha elevado su precio a más US$1,500.00 la onza troy.
Las dudas sobre la duración y magnitud de la recesión global están castigando con fuerza a los mercados financieros. Los niveles de volatilidad se han situado en valores no vistos desde 2008, en los momentos más graves de la crisis financiera.
Dado que se está en este momento en el punto álgido de la epidemia, es previsible que estos niveles de incertidumbre se mantengan en el tiempo.
La situación actual de fuerte volatilidad de los mercados financieros está impactando, lógicamente, a la cotización de los distintos productos de inversión.
Son los productos ligados a los activos más castigados (bolsas, bonos corporativos de calidad más baja, bonos emergentes) los que más han sufrido.
Es una caída sin precedentes por su velocidad y virulencia, imposible de anticipar (es un shock exógeno, o lo que en el argot financiero se llama un “cisne negro” o black swan) y que lamentablemente ha impactado en mayor o menor medida a todos los activos financieros.
Ante una situación económica y financiera tan inestable o turbulenta producto de una crisis de salubridad como la que hoy se vive, el pánico financiero arropa a los inversores y solo aquellos previsores que fueron debidamente asesorados o tuvieron las habilidades de crear un portafolio o cartera de inversión bien diversificada (no poner todo el dinero en una sola canasta) o pudieron salir a tiempo de acciones y bonos corporativos de sectores económicos que hoy han sido más afectados, como el caso de la energía, podrán en el corto plazo amortiguar con cierto éxito las caídas de sus activos financieros los merados de valores.
Ahora bien, no se aconseja que cunda el pánico en las ventas de activos financieros mucho menos cuando estos fueron transados a largo plazo con rendimientos atractivos ya que puede ser que los mercados financieros se recuperen en el corto plazo en caso de que la crisis se revierta en dos o tres meses.