Banca abierta en América Latina y el Caribe: con el potencial de transformar las finanzas
La banca abierta (“open banking” en inglés), que permite a los proveedores de servicios externos acceder a datos financieros de instituciones financieras a través de API, está creciendo rápidamente debido a tendencias globales y la sed de innovación en la región.
En 2009, el presidente de la Reserva Federal de EEUU, Paul Volker, hizo un comentario provocador: “Lo único útil que han inventado los bancos en 20 años es el cajero automático”. Desde entonces, la innovación ha sido desenfrenada en el sector. Y en lol alto de la lista está la banca abierta, que tiene el potencial de transformar radicalmente las finanzas.
La banca abierta (”open banking” en inglés) es un nuevo modelo de colaboración entre instituciones financieras (IF) y proveedores externos de soluciones financieras. Históricamente, los bancos tenían una relación exclusiva con sus clientes y los datos de los clientes se mantenían estrictamente dentro de dichas instituciones. Ahora, la posibilidad de que los clientes compartan sus datos está creando enormes oportunidades.
Motivados por la creciente necesidad de atender las demandas de los clientes y competir con nuevos actores financieros, los bancos están adoptando modelos comerciales basados en interfaces de programación de aplicaciones (API, por sus siglas en inglés). Las API permiten que las aplicaciones y los lenguajes de software se comuniquen entre sí. En la práctica, un consumidor podrá acceder a varios productos financieros, con menores comisiones, ofrecidos por diferentes proveedores, a través de una aplicación. Al compartir datos, los bancos pueden ampliar el alcance de los clientes, acelerar la adopción de nuevas tecnologías y crear nuevas fuentes de ingresos.
Un fenómeno global
Los reguladores, a menudo impulsados por mandatos de inclusión financiera, están promoviendo ecosistemas abiertos a través de directivas como PSD2 en Europa y Open Banking Standard en el Reino Unido. En EEUU y China, son las fuerzas del mercado (más que los reguladores) las que impulsan la colaboración con las fintech. Los países de América Latina y el Caribe (ALC) están avanzando hacia marcos de intercambio de datos, pero a diferentes velocidades. Mientras Argentina, Chile y Perú aún se encuentran en las primeras etapas, Brasil lidera la carrera, seguido de México.
En Brasil, muchas IF, deseosas de aprovechar los beneficios de la banca abierta, se están adelantando a los requisitos del regulador. Más allá del mero cumplimiento, planean abrir API relacionadas con información de cuenta, apertura de cuenta, recompensas, transacciones de divisas, entre otros. Prueba de los esfuerzos de Brasil para fomentar la innovación es el lanzamiento por parte del regulador de PIX, un sistema para pagos instantáneos y la próxima generación de billeteras digitales con códigos QR interoperables.
México, sin embargo, fue el primer país en tener una regulación para la Banca Abierta. La Ley Fintech de 2018 (preparada con la ayuda del BID) obliga a más de 2.300 entidades a compartir datos. En 2021, se espera la presentación de especificaciones API sobre datos agregados y transaccionales.
Mientras tanto, el COVID-19 ha acelerado la demanda de innovación por parte de los bancos y ha llevado al cuestionamiento del modelo de banca sucursal. El suministro de soluciones innovadoras está impulsado por un sólido ecosistema fintech: las fintech en LAC atrajeron US$1.200 millones de capital de riesgo solo en el primer trimestre de 2021. Y el número de fintechs ahora asciende a la friolera de 2.300, según el último informe que publicará el BID con la colaboración de Finnovista.
Desde la banca abierta hasta… “En el futuro, toda empresa puede ser una fintech”
La palabra de moda ahora es “colaboración”. Esto está sucediendo en todo el espectro de soluciones financieras, desde pagos, préstamos e inversiones hasta seguros. Este cambio de paradigma está atrayendo a nuevos actores que pueden integrar soluciones financieras en sus propios modelos comerciales.
La banca como servicio, que va más allá del intercambio de datos contemplado en la banca abierta, incluidos productos como infraestructura y datos, permite que las aplicaciones no financieras incorporen servicios financieros. Según Business Insider, las finanzas integradas (o “finanzas abiertas”) representarán un mercado global de US$7.2 billones.
LAC no está al margen. Rappi, el primer unicornio colombiano, es un ejemplo perfecto de Open Finance. Esta app de distribución tiene miles de supermercados, restaurantes, farmacias y licorerías dentro de su ecosistema. Detrás de escena se encuentran las IF que habilitan los servicios financieros brindados a través de la aplicación. Lo mismo ocurre con Kavak, el primer unicornio mexicano. En un solo sitio web y, con unos pocos clics, sus clientes pueden elegir su automóvil, solicitar un préstamo y recibir la aprobación el mismo día.
En última instancia, el intercambio de datos se traduce en valor agregado para los consumidores, para las nuevas empresas, para los reguladores que desean expandir la inclusión financiera y, por qué no, también para los bancos. Los riesgos pueden ser elevados para las IF tradicionales que tardan en adaptarse. Pero muchos bancos prosperarán ganando clientes siendo “selectores” de confianza de las mejores y más innovadoras soluciones disponibles en sus mercados, y no necesariamente soluciones desarrolladas internamente.
Por: James P. Scriven
Gerente General de BID Invest