Brechas de género en el mercado laboral en tiempos de COVID-19 en América Latina y el Caribe
Durante las dos décadas transcurridas entre 1990 y 2018, las mujeres de América Latina y el Caribe lograron avances sustanciales en la reducción de la gran brecha de género en el mercado laboral. A medida que los niveles de empleo femenino fueron aumentando y las tasas de desempleo disminuyeron, las tasas de participación de las mujeres en la fuerza de trabajo ascendieron un 25% y se redujeron las diferencias salariales.
Sin embargo, estos avances han sido insuficientes para lograr la igualdad y satisfacer las aspiraciones de las mujeres. Aún se observa la presencia de una cantidad desproporcionada de mujeres en el sector informal y en las ocupaciones con bajos salarios, y hay una enorme diferencia de 25 puntos porcentuales promedio entre hombres y mujeres en la participación en la fuerza de trabajo, lo que marca la considerable distancia que todavía resta recorrer hacia la igualdad de oportunidades en la región.
La buena noticia es que la pandemia, a pesar de la situación traumática que trajo aparejada, no logró eliminar la tendencia de dos décadas de disminución de las brechas de género en la mayoría de los países de América Latina.
Estos hallazgos, provienen de un estudio recién publicado.
En el estudio se analiza la evolución de las brechas de género en el mercado laboral durante la pandemia en términos de participación laboral, empleo, desempleo, informalidad e ingresos laborales. Hasta donde sabemos, se trata del primer trabajo que procesa datos de encuestas de hogares y empleo representativas a nivel nacional para 14 países de la región, y proporciona una perspectiva integral sobre los efectos de la pandemia en las diferencias de género en el mercado laboral. Para 10 de esos países (Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, Perú, Paraguay y Uruguay), los datos incluyen el año 2021.
Gráfico 1. Brecha de género entre mujeres y hombres en los indicadores del mercado laboral para la población de 15 a 65 años en 14 países de América Latina y el Caribe, 2019 (puntos porcentuales)
Fuente: Cálculos basados en datos de CEPALSTAT.
Nota: ARG = Argentina, BOL = Bolivia, BRA = Brasil, CHL = Chile, COL = Colombia, CRI = Costa Rica, DOM = República Dominicana, ECU = Ecuador, GTM = Guatemala, ALC = América Latina y el Caribe, MEX = México, PER = Perú, PRY = Paraguay, SLV = El Salvador, URY = Uruguay.
La brecha de género para la tasa de participación laboral y el empleo se mide como: gap = (TF – TM)t1, donde T = indicador, F = Mujer, M = Hombre y t1 = circa 2019. Para la tasa de desempleo la brecha de género se calcula como: Δ gap = (TM – TF)t1, donde T = indicador, F = Mujer, M = Hombre y t1 = circa 2019.
¿Cómo les fue a los mercados laborales en 2021?
En el caso de Argentina y México, el shock laboral siguió un camino similar para mujeres y hombres durante 2020–2021 (Panel A, Gráfica 2). Pero los hombres en México sufrieron un impacto ligeramente más fuerte en el segundo trimestre de 2020. En ambos países, la tasa de empleo de las mujeres superó a la de los hombres, lo cual generó un cambio positivo en la brecha de género hacia finales de 2021.
Por su parte, en Paraguay y Uruguay, las trayectorias para hombres y mujeres fueron prácticamente las mismas, e incluso hubo un ligero cambio a favor de las mujeres en Uruguay (panel b del gráfico 2).
En varios otros países, sin embargo, se observan retrocesos para las mujeres. Por ejemplo, en Brasil y Colombia, las mujeres se vieron más afectadas por el shock en el segundo trimestre de 2020 y tuvieron una recuperación relativamente retrasada en 2021. Como se puede apreciar en el panel a del gráfico 2, el área situada entre la curva que representa la trayectoria de las mujeres y la línea horizontal con valor unitario es mayor para ellas que para los hombres en ambos países. Esto implica mayores pérdidas acumuladas de empleo para las mujeres durante todo el período con respecto al período anterior a la pandemia.
En Perú y Ecuador, los hombres también tuvieron mejor desempeño. Esto se debió al shock inicial, y se mantuvo constante a partir de entonces, con mayores pérdidas acumuladas para las mujeres. En Costa Rica no se observan cambios en la brecha de género al comparar los resultados, pero las mujeres experimentaron más pérdidas de empleo acumuladas a lo largo del período.
Gráfico 2. Tasas de empleo de mujeres y hombres, 2019-2021
Fuente: Cálculos propios basados en encuestas de hogares y empleo. Guatemala no está incluida, debido a falta de información para 2020.
Nota: Las tasas de empleo se normalizan a 1 en el año base.
Estos resultados, en efecto, muestran una imagen mixta. Pero una mirada más cercana a la dinámica durante el período revela que el repunte para las mujeres en términos de niveles de empleo fue mayor que para los hombres en 2020–2021. Ese rebote aparentemente no fue lo suficientemente amplio para contrarrestar las pérdidas iniciales (gráfico 3). Pero, teniendo en cuenta la región en su conjunto, el gran aumento de las brechas de género que caracterizó 2020 casi se reabsorbió en 2021.
Gráfico 3. Cambio estimado en la probabilidad de trabajar para hombres y mujeres en 2020 y 2021 en comparación con 2019 (porcentaje)
Fuente: Cálculos propios basados en encuestas de hogares y empleo. Nota: El gráfico representa el cambio porcentual en las probabilidades estimadas para hombres y mujeres que trabajan en 2020 vs. 2019 y en 2021 vs. 2019 en Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Perú.
¿A quién afectó más la pandemia?
Como era de esperar, las mujeres con estudios terciarios se han visto menos afectadas que las que tienen niveles menores de escolaridad. El impacto ha sido mayor en mujeres de 14 a 24 años en comparación con otros grupos de edad, ya que estas han tenido un 19% menos de probabilidades de trabajar en 2020 e, incluso con la recuperación de 2021, un 4% menos de probabilidades de trabajar. Asimismo, las mujeres de zonas urbanas se han visto más afectadas que las de zonas rurales.
También, como resultado de la pandemia, hubo cambios en los tipos de empleo. Las mujeres en 2020 tenían más probabilidades de trabajar en el sector primario (extracción de materias primas) y menos probabilidades de hacerlo en el sector terciario (servicios y comercio minorista), un cambio que en 2021 no se revirtió por completo. Por su parte, al considerar las características del hogar, surgen pocas diferencias.
Perspectivas de futuro
Aparte de los efectos antes mencionados, la pandemia podría dejar cicatrices significativas hacia el futuro y volver a las mujeres más vulnerables, al agotar sus activos familiares, afectar sus salarios futuros y/o reducir sus posibilidades de reincorporarse al mercado laboral. Esto podría ser en parte la razón por la cual, pese al repunte, las mujeres todavía tenían menos probabilidades de trabajar que los hombres en 2021.
Quedan por delante importantes desafíos. Es posible que no se hayan producido grandes retrocesos en la tendencia hacia la reducción de la brecha de género, pero las diferencias en términos de género en cuanto a la probabilidad de trabajar, el acceso al empleo formal y los salarios siguen siendo considerables. Los responsables de la formulación de políticas deberían tomar nota. Las mujeres tienen más probabilidades de desempeñarse en el sector informal, y las políticas neutrales de género que favorecen la formalidad en la región también benefician a las mujeres. Entre las políticas de lucha contra la informalidad, vale citar los servicios de guardería a tiempo completo, las licencias parentales y los servicios de atención a largo plazo para adultos mayores; estas deben combinarse con iniciativas que sancionen la discriminación salarial y combatan los estereotipos. También es crucial la inversión continua en educación accesible y de calidad. Las mujeres con estudios terciarios demostraron ser especialmente resilientes a la crisis de la pandemia; dicha inversión puede contribuir en gran medida a crear una fuerza laboral más resistente, y evitar que las mujeres abandonen los mercados laborales y sufran consecuencias potencialmente perjudiciales a largo plazo.