Cómo el Caribe puede enfrentar la tormenta económica del coronavirus

Los países del Caribe han tenido que superar muchas tormentas en el pasado reciente, pero ninguna ha desencadenado impactos tan extensos como el coronavirus. Con vidas de por medio y el sustento de muchos ciudadanos en juego, entender las consecuencias económicas de la pandemia es esencial para delinear las políticas adecuadas y planificar un camino a seguir para la región.

“Esto es algo completamente inesperado, que nadie vio venir. Está afectando a todas las personas del planeta y lo primero que tenemos que hacer es reunir el coraje para hacer lo correcto, especialmente para las personas que están absolutamente desesperadas y necesitan nuestra ayuda”, dice Therese Turner-Jones, Gerente del Departamento de Países del Caribe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Para los países de Caribe, este nuevo desafío viene a cortar de tajo las tendencias económicas positivas tras la larga recuperación de la crisis financiera de 2008, y está forzando una rápida adaptación a una nueva realidad.

“Este año nuestra región estaba saliendo de la recesión, tras la cual nos tomó mucho tiempo recuperar el aire, sentir que nuestras economías estaban nuevamente al alza, y ahora nos han asestado otro golpe”, dice Turner-Jones. “Tenemos una crisis que nos confronta con innumerables formas de reflexionar y de hacer las cosas de manera diferente. Tenemos que tomar esto en serio y actuar sabiendo que yo no será posible que las cosas sigan como de costumbre”.

Para medir el pleno impacto de la crisis y proporcionar la base para las acciones necesarias, los economistas del BID han seguido de cerca los efectos de COVID-19 en la región. El resultado es un informe que arroja luz sobre las implicaciones económicas para seis países del Caribe: Las Bahamas, Barbados, Guyana, Jamaica, Surinam y Trinidad y Tobago. De este análisis surgen dos desafíos principales que deberán enfrentar los países en esta coyuntura.

Coronavirus en el Caribe

El primer desafío es el que ha enfrentado el mundo entero al comienzo de la pandemia: “aplanar la curva” o reducir la propagación del virus. Si bien los casos de COVID-19 son bajos en el Caribe, incluso en términos relativos a su pequeña población, en toda la región la curva todavía no da señas de disminuir. El distanciamiento social, las cuarentenas y los toques de queda son críticos para lograrlo, pero conllevan una gran incertidumbre económica para muchos debido al cierre de negocios y al alto número de consumidores que se quedan en casa, sobre todo en una región en cuya dependencia en las transacciones cara a cara es alta.

El segundo desafío deriva de los vínculos que tiene el Caribe con el resto del mundo, y la profunda disrupción de sectores de los que depende, como el turismo y el comercio. En Las Bahamas, Barbados y Jamaica, entre 34 y el 48% del PIB proviene del turismo. Con el sector en un punto muerto, las repercusiones podrían ser enormes.

El peor de los casos muestra una caída de la actividad turística de hasta un 75% en los últimos tres trimestres del año, lo que podría reducir el PIB de Las Bahamas en más de 10 puntos porcentuales en relación con las expectativas previas a la crisis. El coronavirus representa el segundo choque económico importante en menos de un año para el país después del huracán Dorian, cuando las pérdidas y daños ascendieron a $ 3.4 mil millones (27% del PIB).

Impacto covid

Para Barbados y Jamaica, dos países que han estado en el camino hacia la estabilización económica en los últimos años, el PIB también podría recibir un golpe significativo por las pérdidas en el sector turístico. Otras fuentes económicas clave para los dos países, las inversiones extranjeras directas y las remesas, también están en riesgo dado que los países de origen primario, Estados Unidos, Reino Unido y Canadá, se enfrentan a sus propias crisis económicas.

Guyana, Surinam y Trinidad y Tobago son economías basadas en productos básicos. Por lo tanto, el impacto de la pandemia en el comercio es crucial. Los precios del petróleo y el gas natural afectan especialmente a Guyana y Trinidad y Tobago, y los precios del oro afectan tanto a Surinam como a Guyana.

Guyana podría estar entre los países más afectados debido a la rápida caída de los precios del petróleo. Antes del brote, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó un crecimiento del PIB del 86% para Guyana basado en la producción de petróleo a partir de 2020, con el precio del petróleo proyectado en $60 por barril. Tras el reciente desplome de los precios, se predice una disminución drástica de este pronóstico.

LAS OPCIONES PARA EL CARIBE

A lo largo de la región ya se han puesto en marcha diversas medidas fiscales, monetarias y sociales, que van desde la suspensión de impuestos a la importación de bienes médicos hasta gastos dirigidos y ayuda financiera. Los seis países ya han invertido en mantener a flote pequeñas empresas, junto con aumentos específicos en el gasto social y la búsqueda de financiamiento de menor costo de las instituciones financieras internacionales. Respaldando estas recomendaciones están las áreas clave priorizadas del soporte de COVID-19 anunciadas por el BID.

Para responder a un contexto en plena evolución y construir soluciones innovadoras, el BID también ha organizado una serie de seminarios en línea con expertos. El primero de la serie se concentró en la evaluación de las perspectivas económicas, mientras el segundo profundizó en las maneras en las empresas pueden hacer frente a la crisis. De estos ejercicios destacaron dos áreas claves: la importancia del acceso digital y el fortalecimiento económico intrarregional.

La transición digital es esencial para una región muy acostumbrada a llevar a cabo una gran cantidad de transacciones cara a cara, que podrían ser transferidas, o incluso mejoradas, en línea. Sin embargo, las brechas en el acceso y la alfabetización digitales obstaculizan las oportunidades que ofrece el mundo en línea para la región, durante el periodo de cierres y cuarentenas.

Turner-Jones califica al Caribe con “apenas” un 5 en una escala de 1 a 10 de preparación para operar en un espacio virtual. “No estamos tan listos como deberíamos estar, a pesar de la penetración de teléfonos móviles en toda esta región, que es bastante alta. Muchos de estos dispositivos móviles no son dispositivos inteligentes y las personas no tienen acceso a los datos en el hogar”.

Para James Scriven, Gerente General de BID Invest, el brazo de inversión en el sector privado del Grupo BID, otra de las características desafiantes del Caribe es que los territorios, islas y poblaciones están dispersos, y requieren inversiones significativas en tecnología. “Para resolver estos retos de conectividad hemos priorizado trabajar con compañías de telecomunicaciones de diversos tamaños para mejorar la conectividad y el acceso a los teléfonos inteligentes en la región”, dice.

Pero la adaptación requerirá no solo enfocarse en el cierre de las brechas para toda la población, sino acentuar la inversión de los países en infraestructura de gobierno electrónico, reforzar como nunca la gobernanza digital y crear un marco legislativo que acompañe el cambio.

“Es el momento para que los gobiernos se muestren eficientes e innovadores. Cuando comienzas a innovar desde el gobierno, obligas al resto de nosotros a seguirte el paso”, dice Allison Peart, directora gerente de A. Peart Advisory Services, una firma de asesoría especializada en impuestos y estrategia comercial.

Otra clave para enfrentar la crisis es el potencial de los países de la región como socios. A medida que fallan las cadenas de suministro internacionales y el flujo de turismo internacional, una alternativa podría surgir desde la propia región, con la construcción de conexiones intrarregionales.

“La mayor fuente de negocio sin explotar para el turismo caribeño es el propio Caribe. Si comenzaramos a aprovechar la posibilidad del turismo dentro de la región, estaríamos dando un gran paso adelante”, dice Vincent Vanderpool-Wallace, socio principal de Bedford Baker Group, una empresa de asesoramiento sobre viajes y turismo.

Para mitigar un contexto económico desafiante, invertir en la conexión entre estos países vecinos y romper las barreras entre ellos debería convertirse en una prioridad, construyendo una alternativa a la dependencia de los negocios, turismo e inversiones de otros países.

“Una crisis también puede ser una oportunidad que no puedes perderte”, dice Vanderpool-Wallace. A pesar del duro golpe al Caribe, hay mucho por hacer.