De la pandemia a la inflación y la guerra: Desafíos políticos en América Latina y el Caribe
Tras una sólida recuperación económica el año pasado desde los mínimos alcanzados en la pandemia, América Latina y el Caribe enfrenta fuertes vientos en contra, debido a posibles nuevas variantes del coronavirus, a los esfuerzos de la lucha contra la inflación en las economías avanzadas y a la guerra entre Rusia y Ucrania, que podrían deprimir el crecimiento mundial e incluso empujar a la región a una recesión en 2023.
Aprovechando una fuerte ola de crecimiento global, la región logró recuperarse de su peor recesión en 2020 para crecer casi 7% en 2021. Los analistas esperaban que este año el crecimiento volviera a la media a largo plazo de alrededor del 2,5%. Sin embargo, los últimos acontecimientos han complicado ese escenario, como se analiza en el recién publicado Informe macroeconómico de América Latina y el Caribe 2022. Los formuladores de políticas públicas se enfrentan ahora a retos complejos para garantizar que las políticas fiscales y monetarias sean coherentes y se calibren correctamente, y para mejorar la arquitectura fiscal y del mercado laboral a fin de impulsar el crecimiento y la equidad.
Guerra entre Rusia y Ucrania
La guerra entre Rusia y Ucrania está teniendo efectos importantes en la economía mundial y tiene efectos contrarios en América Latina y el Caribe. El aumento de los precios de las materias primas será positivo para el crecimiento y los ingresos fiscales en los países de la región que exportan materias primas, pero afectará a los importadores de petróleo, especialmente en América Central y el Caribe. La guerra también deprimirá el crecimiento en Europa y en Estados Unidos, reduciendo las perspectivas de todos los países.
Además, una política monetaria más restrictiva para reducir la inflación en Estados Unidos hará aumentar el costo del financiamiento. Si la normalización de la política resulta compleja y más agresiva de lo previsto, con más subidas de las tasas de interés y una mayor venta de activos (ajuste cuantitativo), deprimiría más el crecimiento de Estados Unidos y del mundo y afectaría el valor de los activos financieros y los flujos de capital. El resultado sería un menor crecimiento en la región, que podría incluso provocar una recesión.
Por último, como dejó claro la variante ómicron, sigue latente la amenaza de nuevas y más contagiosas variantes del virus de la COVID-19 y su potencial efecto en la incertidumbre económica.
Los desafíos internacionales exigen un nuevo enfoque
Los gobiernos y los bancos centrales colaboraron estrechamente para hacer frente a los efectos económicos de la pandemia, prestando apoyo a empresas y hogares e impulsando la liquidez y el crédito. La continua recuperación de la pandemia, los nuevos retos de un menor crecimiento mundial y el conflicto entre Rusia y Ucrania exigen ahora una coordinación similar, pero con un nuevo enfoque para restablecer los fundamentos macroeconómicos, luchar contra la creciente pobreza y desigualdad y aumentar las exportaciones
Ante el aumento de la deuda y la inflación, la región debería reducir las políticas fiscales expansivas. También debe recomponer el gasto para favorecer las inversiones que impulsan el crecimiento a corto y mediano plazo, y aliviar igualmente los cuellos de botella en las cadenas de suministro en lugar de agravarlos. Las transferencias y los subsidios deben estar bien orientados para hacer frente a la pobreza, que ha aumentado en un 20% el número de personas con ingresos por debajo de US$3,1 al día en 2020.
Hay que coordinar estrechamente las políticas fiscal y monetaria, y tomar medidas para eliminar el despilfarro y ampliar la base tributaria. Los países que reciben ingresos imprevistos de la exportación de materias primas deben dar prioridad a la reducción de la deuda y a reconstruir los amortiguadores fiscales. El gasto adicional, sobre todo en consumo, tendría que afrontarse con una política monetaria aún más restrictiva y sería muy ineficiente.
Las reformas del mercado laboral también serán esenciales para luchar contra el aumento de la informalidad y la creciente brecha de género en materia de empleo. Las reformas de los sistemas de seguridad social que hacen que ciertos beneficios sean universales e independientes del estatus de la persona en el mercado laboral son una forma, entre las muchas sugeridas en nuestro informe, de promover el trabajo formal. Los sistemas universales para el cuidado de niños, ancianos y otros ayudarían a incorporar más mujeres al mercado laboral. Estas reformas no solo mejorarían las cuentas fiscales, sino que también impulsarían la productividad y el crecimiento.
Alivio de la escasez mundial
En medio de un contexto internacional cada vez más difícil, también existen oportunidades que se pueden aprovechar. La pandemia generó problemas en las cadenas de suministro mundial, que parecen agravarse con el conflicto entre Rusia y Ucrania dado el importante papel de Rusia en la exportación de petróleo, gas y fertilizantes, y el de ambos países en la exportación de cereales. América Latina y el Caribe produce petróleo y gas, minerales, cereales y metales, entre otros productos escasos. El aumento de las exportaciones de estos productos y la mejora de la logística de exportación en general ayudarían al mundo a hacer frente a la escasez de suministros y a contener las presiones inflacionarias.
Se trata de problemas complejos, y además, existe una gran incertidumbre sobre cómo evolucionarán la guerra y otros factores globales. Pero la resiliencia de la región frente a la pandemia es motivo de optimismo. Si la región toma las decisiones políticas adecuadas puede salir fortalecida, más próspera, más inclusiva y más igualitaria.