De lo bueno a lo fantástico: digitalizando la creatividad en América Latina
En la Grecia antigua la palabra Tekné incluía todas las posibilidades del hombre de transformar lo natural en artificial, no haciendo distinciones entre lo artístico y lo técnico. Esta afinidad entre los conceptos de arte, creatividad y tecnología se ha mantenido en la historia humana hasta la revolución industrial. Una perfecta representación de esta estrecha relación es Leonardo Da Vinci, quien se destacó tanto por sus contribuciones al arte, así como por su ingenio científico y tecnológico. Sin embargo, con el correr de los siglos, dos factores llevaron a que hoy, arte, creatividad y tecnología sean vistos más como opuestos que como parte de un todo. Por un lado, un disminuido rol del ser humano en las actividades productivas debido a la llegada de las máquinas y la automatización; y sumado a ello la emergencia del concepto de arte fino, como un entendimiento limitado del arte que separaba la creatividad estética de la “mera” habilidad artesanal.
Afortunadamente, la irrupción de las tecnologías digitales está permitiendo reconectar la producción creativa con la tecnología, de forma acelerada y en magnitudes insospechadas, trayendo grandes beneficios para los creativos y la sociedad. Un ejemplo sorprendente es la aplicación de la tecnología blockchain, asociada a los Non-Fungible Tokens (NFTs por sus siglas en inglés). Los NFT usan un formato de encriptación digital que está facilitando la trazabilidad de piezas artísticas originales (las copias se convierten en piezas completamente diferentes). Esta tecnología le permite al artista retener el derecho de autor y los derechos de reproducción, así como también permite la codificación de otras funciones, como por ejemplo un porcentaje de regalías para el artista cada vez que la pieza de arte original se revenda. Con estas características, se está revolucionando la gestión y comercialización de las colecciones de arte digital, facilitando el surgimiento de nuevos modelos de negocio, un mayor volumen y aceleración de monetización, mientras que se incrementa el nivel de protección de los derechos de autor, y se agiliza la transferencia de valor económico a los artistas en disciplinas como la fotografía, la pintura y la música.
Esta reconexión arte-tecnología es aún más importante en el contexto actual. La llegada del COVID-19 ha golpeado duramente la economía creativa global. En 2020, se estima que la cancelación de actuaciones públicas por sí solas, costaron a los autores aproximadamente el 30% de las regalías globales, mientras que la industria cinematográfica mundial perdió 7 mil millones de dólares en ingresos (The Tracker Special Issue, UNESCO, 2021).
Una encuesta realizada entre Junio y Agosto de 2020 encontró que, solo en América Latina y el Caribe (ALC), más de 2 millones de empleos se vieron afectados por la pandemia, y más de la mitad de los trabajadores independientes y las empresas creativas indicaron haber perdido un 80% de sus ingresos o sus ventas. Los tipos de sectores creativos más resilientes a estas caídas fueron los mas intensivos en tecnologías digitales y con menos necesidad de presencialidad. Según los datos de la encuesta mientras un 63% de las empresas que operan en actividades culturales y entretenimiento manifestaron reducciones de hasta 80% en sus ventas, solo un 17% de aquellas que operan en el sector de medios de comunicación reportaron esa misma caída.
Esta situación se refleja en el hecho que la respuesta de las industrias creativas (así como de muchos otros sectores de la economía) ha sido a través de una mayor y acelerada digitalización, tanto con nuevos productos como con nuevas plataformas de comercialización. Obligadas a transformarse, las empresas en las artes y las actividades culturales aumentaron en un 50% su oferta digital y en un 64% la utilización de las plataformas electrónicas para la interacción con sus clientes.
Lo fantástico: ideas y tecnologías que revolucionan las industrias creativas
Más allá de la pandemia, la tecnología digital ha permitido revolucionar todas las etapas de la cadena de valor de las industrias creativas, así como su interacción como sector con otros sectores económicos tradicionales. Un ejemplo es Sagora, una startup argentina que creó un “Zoom para músicos”, una plataforma que permite ensayos a distancia eliminando retrasos diminutos en la transmisión de sonido en vivo, lo cual podría beneficiar a una variedad de industrias tradicionales.
Aunque los beneficios de incorporar tecnologías digitales son claros, persisten aun varios retos. Primero, la baja formación tecnológica del capital humano creativo, en especial en los sectores nativamente no digitales (ej. artes plásticas, pintura, etc.). Segundo, los modelos de financiación obsoletos e inadecuados que impiden una monetización sostenible y lucrativa para los artistas e inversionistas. Tercero, la todavía baja integración del sector creativo con las cadenas globales de valor debido a la alta informalidad del sector y a la falta de mayor conocimiento sobre el valor agregado que pueden añadir a los sectores económicos tradicionales en la manufactura o los servicios.
¿Cómo superar estos retos y posicionar el sector creativo como centro de la recuperación económica post Covid? El pasado 9 de marzo durante el evento virtual “De Lo Bueno A Lo Fantástico: Digitalizando la Creatividad en ALC” pudimos discutir con expertos sobre ello. La conferencista principal, Caroline Norbury, Directora Ejecutiva de Creative England resaltó que, con la ayuda de la tecnología digital, las industrias creativas se han convertido en las industrias del futuro.
La pandemia ha acelerado el proceso de digitalización de las industrias creativas y culturales, facilitando la implementación de modelos de negocio más costo-efectivos y con mayor monetización.
Grandes organizaciones culturales inglesas como la Opera o la Orquesta Filarmónica de Londres, gracias al streaming y a las redes sociales, alcanzaron una audiencia mucho más amplia, más joven, más fiel y más internacional, que de lo contrario hubiera sido imposible. Tecnologías gratuitas como YouTube, también permitieron monetizar a las pequeñas organizaciones culturales gracias a su esquema de ganancias por publicidad y de donaciones. El aprendizaje automático y la inteligencia artificial también han impulsado las experiencias de visualización inmersiva, novedades estéticas e interactivas que incluyen la participación de las audiencias en vivo y en directo, permitiendo crear nuevas formas de arte y revolucionar las preexistentes. Por ejemplo, el Royal Shakespeare Company, ofrece al público mundial interactuar en vivo con los actores mediante tecnologías de videojuegos y de respuesta al movimiento en su obra inspirada en “A Midsummer Night’s Dream” de Shakespeare.
¿Cómo seguir impulsando el sector?
Sin embargo, las tecnologías por sí solas no son suficientes para garantizar el crecimiento de la industria. Aumentar la inversión en el sector creativo, una mayor formación y educación tecnológica y una mayor inclusión social son urgentes y deben fomentarse mediante mecanismos de mercado y a través de políticas públicas.
En cuanto a inversión y financiamiento del sector creativo, la situación es compleja. Los modelos tradicionales de financiación y la relativa legislación en ALC están basados únicamente en las necesidades de la industria cinematográfica y en los ingresos por publicidad en los canales de televisión. Estos modelos no sólo son inadecuados para financiar las empresas que operan en otros sectores creativos, sino se encuentran hoy insuficientes para financiar una producción creativa que responda al crecimiento exponencial de demanda de contenido propiciada por el streaming. En particular, las productoras independientes no tienen acceso a este tipo de recursos y, en muchos casos, tienen que entregar su propiedad intelectual a las grandes plataformas digitales a cambio de financiamiento para su producción, limitando de esta manera sus ingresos y su capacidad de generación de valor futura.
Para remediar a varias de estas problemáticas, una solución novedosa fue la relatada durante el evento por Joyce Zylberberg, co-fundadora de Screen Capital. Esta administradora de fondos se dedica exclusivamente a financiar el sector del entretenimiento en Chile y está buscando responder a estas demandas exacerbadas con un modelo de financiamiento mixto, apalancando capital privado con financiamiento público, y propendiendo por modelos de negocio más sostenibles y beneficiosos para los creativos locales.
En cuanto a formación tecnológica y creativa existen falencias en los sistemas educativos tradicionales para ofrecer modelos que verdaderamente entiendan las necesidades en aprendizaje del profesional creativo en la era digital. El sistema de educación formal universitario, por ejemplo, necesita ofrecer a los profesionales creativos actualizaciones más frecuentes y más aprendizaje colectivo que lo disponible para las profesiones regulares, además de proveer mayor acreditación para favorecer su empleabilidad. Asimismo, la formación simultánea en ciencia de datos, desarrollo de software y otras áreas tecnológicas es indispensable. Diego Olcese, un emprendedor peruano, con su plataforma educativa digital Crehana ha buscado precisamente cerrar este tipo de brechas en la región.
En términos de inclusión social, la economía creativa de ALC debería aprovechar mayormente el valor agregado que provee la diversidad étnica y cultural de la región. De manera especial las tecnologías basadas en las redes sociales juegan un rol multiplicador de valor porque facilitan la conectividad, democratizan el mercado y benefician la creación colectiva. Maren Lau, vicepresidenta de Facebook para Latinoamérica, resaltó precisamente el legado indígena e histórico de la región como un activo único, con el caso de éxito en comercialización con Facebook de @latecadeoro. Se trata de una empresa creada en México por una indígena zapoteca y abogada que produce ropa tradicional de sus antepasados, emplea a más de 40 artesanos y ha sido invitada a participar en la reciente asamblea de las Naciones Unidas.
Si la llegada de la producción masiva a la base de la primera revolución industrial ha generado una progresiva separación entre arte, creatividad y tecnología, hoy la cuarta revolución nos está devolviendo a un mundo donde los confines entre estos conceptos son menos definidos, ofreciendo una oportunidad irrepetible para el desarrollo de la economía de la región y la construcción de una economía más inclusiva y resiliente.