Innovación financiera urbana para la ciudad resiliente y carbono neutral
Las ciudades son el motor económico de la región: concentran el 65% del PIB, el 81% de la población y la mayoría de la infraestructura. Por ello, la resiliencia de las ciudades – entendida como la capacidad de un sistema de soportar y sobreponerse a un impacto – es un elemento clave para la región. Con los impactos del cambio climático haciéndose cada vez más evidentes, urge que la reactivación económica post-COVID de la región haga hincapié en reforzar las defensas físicas y modernizar la infraestructura de las ciudades para hacer frente a este desafío.
Un obstáculo importante para poder adaptar las ciudades a los efectos del cambio climático es la falta de financiamiento local. Los principales obstáculos son:
- la falta de independencia fiscal para identificar y gestionar fuentes de ingreso locales
- brechas en las capacidades técnicas en los municipios en relación a proyectos climáticos para poder hacer propuestas sólidas y bancables;
- debilidad de la gobernanza municipal y sus competencias técnicas y financieras para acceder a mecanismos de financiación nacional e internacional.
La brecha de financiamiento local
Existe una brecha entre los fondos necesarios para adaptar y mitigar nuestras ciudades al cambio climático y la inversión actual para este fin. A nivel global, las oportunidades de inversión urbana para la mitigación y resiliencia climática alcanzarán casi los 30 trillones de dólares de aquí a 2030, especialmente en las áreas de residuos, eficiencia hídrica, vehículos eléctricos, transporte público y edificios verdes. Sin embargo, esta cifra está muy por encima de la inversión actual, que un estudio sitúa alrededor de los 384 billones de dólares.
Si se analiza los gastos subnacionales del sector público, se constata que la región tiene realidades muy distintas. Países como Argentina, Brasil y México llegan a un 40% del gasto público en gobiernos subnacionales y otros, como Jamaica, Costa Rica o Panamá tan solo al 5%.
Estos datos ilustran cómo la brecha de financiamiento climático y de mecanismos de financiamiento local, suponen un cuello de botella para la implementación de proyectos que permitan a las ciudades aumentar su capacidad adaptativa ante el cambio climático. Por ello, en este blog abordaremos diferentes herramientas de innovación financiera que las ciudades pueden utilizar para implementar proyectos verdes o climáticos. Por practicidad, nos centraremos en las vías de financiamiento subnacional y municipal, sin considerar a los actores privados, pese a que estos suponen un 35% del financiamiento urbano.
1. Fuentes de ingreso municipales
Uno de los grandes desafíos en la financiación municipal de la región es aumentar los canales de recaudación local. ¿Cómo se consigue?, una herramienta que tienen los municipios a su disposición es canalizar sus líneas de ingreso hacia proyectos climáticos o de resiliencia. Este es, por ejemplo, el caso de la captura de plusvalías para proyectos climáticos o verdes, que se basa en usar la valorización del precio del suelo producida por la urbanización o la mejora de un entorno, para financiar la infraestructura y servicios que la hacen posible. Esto se hace generalmente a través de tres instrumentos: (i) impuestos; (ii) tarifas; y (iii) regulaciones, que si bien tienen un uso incipiente en la región, aun han desplegado todo su potencial.
Otro ejemplo de este tipo de instrumentos en la región podría ser los impuestos urbanos a actividades contaminantes. Por ejemplo, en Chile, varias ordenanzas municipales (i.e. Ñuñoa o Maipú), ya regulaban el uso de bolsas plásticas, permitiendo canalizar los ingresos por incumplimiento hacia los municipios. En 2019 esta normal se elevó a ley nacional, sin embargo, aún queda en manos de los municipios la fiscalización y el destino final de las multas procedentes de las infracciones.
Las municipalidades podrían potenciar sus ingresos penalizando actividades contaminantes. Por ejemplo, si se toma como ejemplo el caso de la congestión de tránsito, pese a desafíos relacionados con la gobernanza y capacidades locales, la mayoría de las municipalidades tienen incidencia sobre:
- precios de combustibles
- cobros por propiedad
- cobros por congestión
- gestión de estacionamientos
- impuestos de circulación
Todas estas fuentes de ingreso podrían canalizarse hacia:
- mejorar transporte público
- Infraestructura para bicicletas y peatones
- ampliar opciones de movilidad
- otros proyectos urbanos climáticos
Cabe señalar que este tipo de instrumentos es importante que se utilice con perspectiva social, estructurándolos de manera que sean efectivos en la misión de mejorar la resiliencia de las ciudades al cambio climático sin convertirse en regresivos para los segmentos de menor ingreso.
2. Bonos Sostenibles
Los bonos son instrumentos de deuda a los que diferentes entidades pueden optar. Desde hace unos años la emisión de bonos con fines ambientales, climáticos o sociales han crecido exponencialmente a nivel global. La región aún está en una etapa incipiente con una participación del mercado de sólo un 2%, liderados por Brasil, México, Colombia, Costa Rica, Perú y Uruguay. A nivel subnacional la participación de la región en general sigue siendo muy modesta con tan solo la Ciudad de México y las provincias de Jujuy y La Rioja en Argentina emitiendo bonos.
A pesar de la baja participación de las ciudades de la región en el mercado de bonos verdes, la mejora de edificios y transporte, temas críticos para las ciudades, suponen el 48% de los bonos verdes, sociales y/o sostenibles, ilustrando el potencial flujo de capital que suponen para las ciudades en otras regiones del mundo.
3. Fondos Verdes
Los instrumentos de financiamiento climático internacional, como el Fondo Verde Para el Clima (GCF), o el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) tienen fondos reservados para los gobiernos y programas subnacionales. Sin embargo, la elegibilidad para estos fondos requiere de programas sólidos que permitan un cambio de paradigma tanto en mitigación de emisiones como en reducción de la vulnerabilidad al cambio climático. Muchas veces, sobre todo en municipios medianos y pequeños, los gobiernos locales carecen de las capacidades técnicas o el capital humano para desarrollar estos programas, nuevamente dejando a los municipios de la región fuera de juego en la competencia por estos fondos.
4. Financiación a través de la Banca Multilateral
Los bancos multilaterales son entidades fundamentales de la financiación internacional. Sin embargo, la poca independencia crediticia de las ciudades en la región hace que muchas veces las entidades subnacionales no puedan presentarse solas en una solicitud.
Desde el BID hace décadas se trabaja en el financiamiento de ciudades a través de instrumentos soberanos, principalmente con (i) programas nacionales con incidencia específica en ciudades, (ii) préstamos directos a entidades subnacionales con garantías nacionales, y (iii) líneas de crédito con bancos nacionales de desarrollo tanto en modelos de primer como segundo piso. Asimismo, nuestro trabajo a nivel urbano está altamente alineado con las prioridades climáticas. En 2020 el 57% del total de la inversión pública del BID en el sector urbano es financiamiento climático.
La División de Desarrollo Urbano y Vivienda, junto con las de Transporte y Energía en el BID, colaboran activamente para:
- promover un planeamiento urbano que reduzca los desplazamientos y una los sectores formales e informales,
- apoyar el despliegue de la electro-movilidad y movilidad activa,
- impulsar la construcción y la rehabilitación de edificios verdes, incluyendo la sustitución de equipamientos electrodomésticos, y sistematizando el uso de certificaciones de ecoeficiencia
- favorecer la captura de carbono en los espacios verdes.
Estas acciones pueden mitigar emisiones y reducir el consumo energético de hasta un 75%. Son, por lo tanto, esenciales para conseguir la carbono-neutralidad en ciudades.
El futuro del financiamiento verde urbano
Considerando los efectos del cambio climático, cada vez más tangibles en la región, es importante trabajar desde todos los ángulos para empoderar a las ciudades y dotarlas de las herramientas necesarias para que puedan localizar los compromisos de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas al Acuerdo de París.