Invertir en las personas fortalece esfuerzos vencer la pandemia

Cada atardecer, Salamatou Bangura bajaba a las costas de Bonga Wharf, a unos 32 kilómetros al sureste de Freetown, Sierra Leona. En ese lugar, miraba el cielo rosado y saludaba a los pescadores que le prestaban pescado, que luego vendería en el mercado local. En los días buenos, usaba las ganancias para alimentar a sus cuatro hijos. Pero otros días, ellos se iban a dormir con hambre porque a Salamatou no le alcanzaba el dinero para comprar alimentos.

Así fue hasta que ingresó al programa de redes de protección social llamado Ep Fet Po.

“Desde que el programa empezó, puedo comprar pescado para mi negocio, y ya no tengo que pedir prestado”, dijo muy sonriente. “Ahora, cocino todos los días. Ahora, puedo alimentar a mis hijos antes de que vayan a la escuela y cuando regresan de ella”.

Con una transferencia de efectivo de solo USD 15 mensuales Salamatou ha podido salir de la pobreza extrema y brindar a su familia una mejor salud y educación, dando a la próxima generación la oportunidad de romper el ciclo de pobreza y prepararse para los empleos del futuro. En un país como Sierra Leona, que se está recuperando de una serie de conmociones, las inversiones en las personas han surgido como un factor de cambio. Las redes de protección social se vuelven aún más críticas durante la pandemia de COVID-19 (coronavirus) porque protegen las vidas y los medios de subsistencia de las personas, ayudándolas a enfrentar la crisis. La enfermedad es un recordatorio importante de cuán valioso y productivo es invertir en el capital humano.

Fortalecer el capital humano —la salud, los conocimientos, las capacidades, las habilidades y la resiliencia que las personas acumulan a lo largo de sus vidas— es fundamental para garantizar que las niñas y los niños tengan la oportunidad de desarrollar todo su potencial. Esto es especialmente cierto en África, donde vive la población más joven del mundo, y donde existen algunos de los desafíos más difíciles en materia de capital humano.

Es por esta razón que el Grupo Banco Mundial inició en 2019 el Plan sobre el Capital Humano de África (i) con el fin de impulsar inversiones y reformas que permitan mejorar el capital humano.

El fortalecimiento del capital humano debe estar en el centro de las prioridades de desarrollo de cada país para asegurar que todas las personas —no solo aquellas que hayan tenido la suerte de nacer en una situación de relativo privilegio socioeconómico, étnico, geográfico o de género— puedan desarrollar su potencial”, dijo Annette Dixon, vicepresidenta de Desarrollo Humano del Banco Mundial.

El plan establece objetivos específicos y compromisos financieros como parte del Proyecto de Capital Humano, un esfuerzo mundial para promover más y mejores inversiones en las personas que ayuden a lograr una mayor equidad y un mayor crecimiento económico. Después de un año del inicio del plan no solo ha habido un aumento significativo, sino también un cambio (i) en la asistencia del Banco Mundial a los países africanos. El Banco ha comprometido cerca de USD 7500 millones en financiamiento específico para proyectos de desarrollo humano durante el año pasado (más del doble en comparación con el año anterior), mejorando al mismo tiempo el apoyo al capital humano en los sectores de la agricultura, la inclusión social, el agua, el saneamiento y otros.

Invertir en el empoderamiento de las mujeres y en el cambio demográfico

La pandemia ha afectado al capital humano de África, tanto directa como indirectamente, y las mujeres y las niñas sufren la peor parte de estos impactos (i). Sin embargo, detrás de los números inquietantes, también hay una historia de esperanza y un poderoso mensaje para el mundo y los encargados de formular las políticas: las inversiones para empoderar a las mujeres —a través del acceso a una educación de calidad, a empleos y servicios de salud sexual y reproductiva— son ahora más importantes que nunca (i).

Invertir en las mujeres y las niñas es esencial para hacer efectiva la promesa del desarrollo. Es así de simple”, señaló Hafez Ghanem, vicepresidente de la Oficina Regional de África del Banco Mundial. “Por eso, hemos ayudado a nuestros clientes proporcionando más de USD 2200 millones en nuevos proyectos financiados por el Banco Mundial para invertir en la salud, la educación y las oportunidades de empleo de las mujeres”.

Estos proyectos abordan múltiples limitaciones que enfrentan las mujeres y las niñas, para, por ejemplo, luchar contra el matrimonio infantil promoviendo la educación de las niñas, centrarse en los servicios de planificación familiar y garantizar marcos legales más sólidos que protejan a las mujeres y los niños. Todo esto puede ayudar a los países africanos a acelerar su transición demográfica, de altas tasas de natalidad y mortalidad infantil a bajas tasas de natalidad y mortalidad.

Una de estas iniciativas es el emblemático Proyecto de Empoderamiento y Dividendo Demográfico de la Mujer en el Sahel (SWEDD, por sus siglas en inglés). Al involucrar a líderes religiosos, el proyecto SWEDD está ayudando a cambiar las normas y comportamientos sociales hacia las mujeres y las niñas como Lemeima mint El Hadrami, que vive en el Sahel.

Lemeima es de Mauritania y se casó a los 13 años. Abandonó la escuela de inmediato porque su embarazo fue difícil. Tuvo dos hijas, y su esposo la abandonó.

“Me negué a que mi hija se casara por una buena y simple razón: quiero que mi hija se empodere”, dijo Lemeima. “No quiero que ella pase por las mismas dificultades que yo. Me gustaría que tuviera un buen trabajo. Ella podría ser ministra, doctora o partera”.

El proyecto SWEDD por un monto de USD 675 millones ayuda a los países a empoderar a las mujeres y las adolescentes; a aumentar su acceso a servicios de salud reproductiva, infantil y materna de calidad, y a crear programas de políticas que pongan la demografía y las cuestiones de género en el centro de los objetivos de crecimiento.

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El proyecto SWEDD por un monto de USD 675 millones ayuda a los países a empoderar a las mujeres y las adolescentes. ©  Vincent Tremeau/World Bank

Abordar la fragilidad y el conflicto

Los desafíos en materia de capital humano y la pobreza se concentran cada vez más en los entornos frágiles. Esto significa que, así como el capital humano crea resiliencia entre las personas, la fragilidad la socava. Por ejemplo, Liberia está en medio de un proceso de recuperación después de una década de conflictos y la crisis del virus del Ébola, que causó 5000 muertos.

Con más del 60 % de la población menor de 24 años, la necesidad de más empleos asalariados es un foco de atención. Un programa para pequeñas empresas (i) está cambiando las posibilidades de las jóvenes liberianas afectadas por el virus del Ébola al brindarles apoyo para la generación de ingresos y capacitación sobre cómo crear su propio trabajo por cuenta propia y aprender unas de otras.

“Les enseñamos sobre negocios, cómo mantener registros y ahorrar dinero”, dijo Rebecca Totimeh, una de las mentoras del programa. “Decidí ayudar porque quiero ver a las jóvenes en el mundo del trabajo y que se autopromocionen”.

Para 2030, la mitad de las personas en situación de pobreza extrema vivirán en entornos frágiles en unos pocos países, la mayoría de ellos en África al sur del Sahara. En el marco del Plan sobre el Capital Humano de África, el Banco Mundial ha renovado su compromiso de proporcionar un apoyo mayor y más específico para abordar los factores que impulsan la fragilidad, el conflicto y la violencia en algunos países africanos y amortiguar los impactos sobre el capital humano. Con este fin, el Banco Mundial preparó, en el ejercicio de 2020, nuevas inversiones por un valor de USD 2500 millones para países en situación de fragilidad, y que se centran en los diferentes impactos que afectan a las mujeres y los hombres.

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Por ejemplo, un proyecto multisectorial de USD 500 millones en la República Democrática del Congo está aumentando las intervenciones sensibles a la nutrición y específicas en esa materia para 2,5 millones de niños y 1,5 millones de mujeres embarazadas y madres lactantes. En Camerún, se prevé que el Proyecto de Educación Secundaria y Desarrollo de Habilidades propuesto —por un monto de USD 125 millones— aumentará el acceso equitativo a educación general de calidad y capacitación técnica, especialmente para las niñas.

Aprovechar la tecnología y la innovación

Poner a las personas en el centro de las intervenciones tecnológicas y de otro tipo, como las que promueven el cambio de comportamientos, está impulsando los resultados en todos los sectores de la región. Hoy, con el cierre de las escuelas en la mayoría de los países africanos debido a la COVID-19, el aprendizaje a distancia a través de distintas plataformas es central en el proceso de crear una nueva normalidad. En el estado nigeriano de Edo, por ejemplo, se está rediseñando el programa EdoBEST (i) para ayudar a preparar a los estudiantes para el próximo grado escolar que se inicia en septiembre de 2020, utilizando materiales de autoaprendizaje y cuestionarios interactivos distribuidos a través de la aplicación WhatsApp, las estaciones de radio, los teléfonos móviles y los canales en línea. Y están surgiendo (i) nuevas lecciones en toda la región sobre cómo usar la tecnología para llegar a todos los estudiantes.

“Como parte de la respuesta de Sierra Leona a la COVID-19, estamos impulsando una estrategia nacional digital y de innovación”, dijo David Sengeh, ministro de Educación Básica y Educación Secundaria Superior y director de Innovación de Sierra Leona. “Esa estrategia tiene dos principios: los aparatos móviles que deben ser prioritarios y los sistemas híbridos que capturan intencionalmente a todos. Y, por supuesto, la tecnología debe combinarse con la empatía humana, la comunicación y una comprensión de que por el bien de todos se debe abordar la actual crisis mundial de la educación”.

Mientras tanto, en Camerún, una universidad apoyada por el proyecto Centros de Excelencia de África (i) está utilizando técnicas de impresión 3D para imprimir mascarillas faciales. En Côte d’Ivoire y Guinea, el Proyecto de Identificación Única para la Inclusión y la Integración Regional en África occidental (i) está aumentando el número de personas con documentos de identidad reconocidos por el Gobierno que les dan acceso a servicios básicos para proteger y desarrollar su capital humano. Además, tecnologías como la cadena de bloques, la inteligencia artificial y el aprendizaje automático también están impulsando la implementación de proyectos y servicios para las personas de toda la región. Y la Iniciativa de Relevamiento Geográfico para Facilitar el Seguimiento y la Supervisión —que proporciona datos geolocalizados específicos de países frágiles— se está utilizando ahora en 450 proyectos en casi 30 países.

Salvaguardar los resultados, responder a la pandemia

El capital humano de África se ve fuertemente afectado (i) por la COVID-19. Se han perdido vidas, se han cerrado escuelas y, a medida que los hospitales tienen dificultades para enfrentar la afluencia de nuevos pacientes, las tasas de vacunación están disminuyendo y la mortalidad materna va en aumento. Además, los datos indican que los países con bajo acceso a instalaciones básicas para el lavado de manos se concentran en África al sur del Sahara. La pandemia se produce poco después de importantes amenazas a la seguridad alimentaria ya existentes, debido a enfermedades generalizadas y plagas.

Sobre la base de su Plan sobre el Capital Humano, de carácter intersectorial, la región de África del Banco Mundial está respondiendo a la crisis provocada por la COVID-19 con una rapidez y a una escala sin precedentes. La respuesta sanitaria de emergencia que ya está en marcha apoya los esfuerzos de los países en materia de prevención, detección y tratamiento de la enfermedad, y se espera que el financiamiento del Banco Mundial en la región supere los USD 1000 millones. El Grupo Banco Mundial está poniendo a disposición USD 160 000 millones en recursos para responder a la crisis durante 15 meses, de los cuales USD 50 000 millones se destinarán a África al sur del Sahara.

La pandemia también ha puesto de manifiesto los beneficios de las inversiones en capital humano realizadas con anterioridad. Los países que han invertido en las personas y los sistemas de apoyo están mejor preparados para responder. Por ejemplo, en Etiopía, el Segundo Proyecto Urbano de Abastecimiento de Agua y Saneamiento (i) en curso se utilizó para movilizar urgentemente personal, recursos y transporte de los servicios de abastecimiento de agua durante la pandemia. Y en Kenya, el Wajir County Referral Hospital (i) pasó de ser una modesta unidad hospitalaria de una habitación a una instalación de vanguardia que ahora es uno de los cinco laboratorios donde se toman pruebas para detectar el nuevo coronavirus.

Estos ejemplos muestran que las inversiones en capital humano no solo ofrecen altas tasas de rendimiento, sino también un seguro inteligente contra adversidades presentes y futuras.

“La crisis provocada por la COVID-19 nos anima a mantener el rumbo”, señaló el vicepresidente Hafez Ghanem. “No debemos dejar que los desafíos de nuestros tiempos se transformen en una carga para la próxima generación”.