Los programas y controles antifraude siguen siendo una materia pendiente en América Latina
En los últimos diez años, América Latina ha sido protagonista de cientos de casos de fraude corporativo de alto perfil y de gran escala mediática. Las investigaciones y estudios sobre estos episodios no solo han demostrado que muchos ocurrieron durante un periodo de tiempo sostenido (meses o años), sino también que aún no está claro quiénes deben ser los encargados de prevenir, detectar e investigar estas prácticas dentro de las empresas.
La llegada del Covid-19 a la región nos recordó la importancia de implementar medidas efectivas para evitar este tipo de prácticas. De acuerdo con estimaciones del Grupo Banco Mundial, la crisis sanitaria llevó a que, en 2020, el PBI de América Latina y el Caribe –a excepción de Venezuela– retrocediera un 7,9%. Y aunque se espera un crecimiento del 4% para este año, los impactos del virus sobre las economías de la región pueden incrementar los casos de fraudes en las empresas, tal y como lo demuestra la experiencia adquirida de las crisis económicas pasadas.
Este incremento se da por tres factores principales. Por un lado se destaca que, por el trabajo remoto, el control de los procesos corporativos es menor, facilitando la práctica de cometer fraude. El segundo factor son las presiones del entorno, donde destacan la reducción de sueldos y los despidos. Por último, debe contemplarse la racionalización de los motivos que conllevan al fraude y que hacen que las personas justifiquen su actuar al considerar que el trabajo que desempeñan en la empresa no está siendo reconocido ni recompensado.
Un estudio realizado recientemente por Kroll –una división de Duff & Phelps– y la Fundación Latinoamericana de Auditores Internos (FLAI), respalda esta tesis. La investigación, en la que participaron 704 auditores internos de compañías de más de 500 empleados a nivel global, evidenció que existe una correlación entre las presiones económicas y laborales, lo que incrementa la probabilidad de que se cometan fraudes en tiempos de crisis y de recesión.
Aunque el estudio también reveló que el 80% de los encuestados considera que su empresa carece de personal para la gestión adecuada del riesgo de fraude, hay que tener en cuenta que este puede mitigarse a través de equipos de auditoría interna más fuertes. Además, las prácticas de compliance y de control interno son los métodos más efectivos para detectar estos actos de corrupción, tal y como lo señaló el 89% de los encuestados.
Los esfuerzos conjuntos, los procesos adecuados para la gestión de fraude y contar con personal especializado en prevención, detección e investigación de prácticas corruptas dentro de las empresas serán la clave para evitar los cientos de casos de fraude que se han presentado en la región durante la última década.