Oportunidades para México en la cadena global de semiconductores
Los semiconductores son la columna vertebral de la economía moderna. Son componentes esenciales de dispositivos que usamos en todo momento como teléfonos, computadoras, electrodomésticos, y automóviles, y clave para la transformación digital de las empresas. Sin ellos, la inteligencia artificial, la robótica, el internet de las cosas, la automatización, y muchas otras innovaciones que ocurren en estos días serían imposibles.
La Cadena Global de Valor (CGV) de semiconductores es compleja e involucra una gran cantidad de etapas que se desarrollan principalmente y en forma complementaria en Norteamérica, Europa y Asia. De manera simplificada, esta cadena se conforma de tres eslabones:
- Diseño, intensivo en conocimiento y llevado a cabo mayormente en Estados Unidos y Europa.
- Fabricación (frontend) intensivo en capital, es etapa que hace veinte años era de dominio estadounidense-europeo y hoy tiene fuerte presencia en Asia.
- Ensamblado y testeo (backend), intensivo en trabajo. Al igual que el frontend, su presencia en Estados Unidos y Europa ha sido reemplazada por su presencia en Asia.
Los shocks en la cadena de semiconductores
La hiper especialización y concentración de la cadena en pocos países la ha expuesto a shocks cada vez más frecuentes y de mayor magnitud, los cuales tuvieron su máxima expresión con la crisis del Covid-19. La aceleración de la digitalización, fruto de la pandemia, llevó a un fuerte aumento en la demanda de semiconductores que no pudo ser cubierto por la oferta. En este contexto, el eslabón de fabricación se transformó en el cuello de botella que dio origen a una crisis de abastecimiento. Esta crisis visibilizó vulnerabilidades de la cadena que resaltaron la necesidad de dotarla de mayor resiliencia, con una base productiva más amplia, más diversificada geográficamente, y más segura.
Por tanto, se activaron planes de inversión en frontend en los países centrales de la cadena a través de estímulos por parte de los gobiernos, buscando expandir la producción. Esta fuerte intervención pública responde no solo a factores tecnológicos y económicos, sino también de carácter geopolítico. De este modo, potenciar las capacidades de producción de semiconductores y ganar liderazgo en la cadena es un objetivo de seguridad nacional.
Las ventajas de la CHIPS and Science Act
En agosto de 2022, Estados Unidos promulgó la CHIPS and Science Act con un presupuesto de US$52.7 mil millones impulsando a jugadores importantes (como Intel) a realizar grandes inversiones para trasladar actividades del frontend desde Asia hacia ese país (reshoring). El cambio en la geografía de la cadena supone una serie de oportunidades de nearshoring para la región -especialmente México- algo que es tomado muy en cuenta por parte de Estados Unidos en su afán de reducir su dependencia de China.
Por ese motivo, a partir de la CHIPS and Science Act, se creó el Fondo Internacional de Innovación y Seguridad Tecnológica (ITSI), por US$ 500 millones, para desarrollar iniciativas con aliados comerciales (entre los que se encuentran México, Costa Rica y Panamá) destinadas a fortalecer las capacidades regionales de la cadena en eslabones donde Estados Unidos no tiene ventajas competitivas. Ejemplos de estas actividades son las del backend (encapsulado, ensamblaje y testeo) y algunos materiales requeridos por el proceso de frontend, como los químicos de alta pureza.
México y Estados Unidos también tienen abierto un Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN) para avanzar en aspectos vinculados a las prioridades comerciales y económicas estratégicas que comparten ambos países, en donde se ha prestado especial atención a temas como electromovilidad, tecnologías de la información y las comunicaciones, y semiconductores.
Esto, sumado a las ventajas que ofrece el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y la larga tradición de vínculos comerciales con más de 50 países, coloca a México en una posición muy favorable para fortalecer su participación en la cadena de semiconductores. La estrategia del país deberá aprovechar los beneficios que se desprenden del nuevo entorno para atraer actividades de alto valor agregado, y también dar soluciones concretas a los problemas de abastecimiento que enfrentan los principales sectores del país que requieren semiconductores para su producción. México es un importante demandante neto de semiconductores. Mientras que en 2021 las exportaciones mexicanas de la cadena ascendieron a US$ 9.024 millones, las importaciones fueron de US$35.385 millones, resultando un déficit de US$ 26 mil millones. Estos datos reflejan los altos requerimientos de demanda de semiconductores por parte de industrias nacionales estratégicas como la automotriz y la electrónica. Ambas actividades productivas fueron altamente afectadas por el desabastecimiento producido a raíz de la pandemia, lo que derivó en preocupaciones para desarrollar alternativas de aprovisionamiento a nivel local, que como vemos a continuación se están comenzando a ejecutar.
Tierra de oportunidades
México es, junto con Brasil y Costa Rica, uno de los pocos países de la región que cuenta con experiencia de relevancia en el sector. El país cuenta con al menos cuatro empresas que realizan actividades de la CGV de semiconductores y tiene capacidades consolidadas en la formación de talento específico para el sector, tal como lo advertimos en un estudio reciente.
En el eslabón de diseño está el Centro de Intel en Guadalajara, mientras que en actividades de backend está Skyworks en Mexicali, Texas Instruments en Aguascalientes e Infineon (la principal proveedora de semiconductores para el sector automotriz) en Tijuana. Entre los organismos públicos, se destaca el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), de gran prestigio en la industria, que desarrolla actividades de investigación precompetitiva, y brinda servicios de software a empresas centrales como IBM, Motorola, Intel y Global Foundries.
Si bien no hay presencia del eslabón “frontend” en el país, hace décadas Motorola llegó a contar con esas actividades que luego migraron a Asia. No obstante, recientemente se hicieron anuncios para la producción de semiconductores, en segmentos de baja complejidad (legacy). En 2022, Vishay Intertechnology (fabricante de componentes para la industria automotriz, aeronáutica y de comunicaciones) anunció la construcción de una planta para producir chips para automóviles en Durango por un monto de US$45 millones, poniéndose en funcionamiento a fines de 2023. Esta inversión se suma a otras tres (también dirigidas a la industria automotriz) anunciadas en Jalisco y Baja California. Adicionalmente, en 2023 Therm-X anunció la instalación de una planta en Tamaulipas para proveer sistemas para fábricas de semiconductores con una consideración de los nuevos desarrollos en Estados Unidos. En 2024, la empresa mexicana QSM anunció una inversión por US$ 12 millones en una planta legacy en Querétaro.
México puede seguir la estrategia de potenciar los eslabones en donde tiene presencia y también recuperar presencia en fabricación, comenzando, tal como está comenzando a ocurrir, por inversiones en plantas menos avanzadas tecnológicamente y menos costosas, que sirvan para satisfacer la demanda de sectores estratégicos, como el electrónico y el automotriz.
Por otro lado, la regionalización de la cadena también lleva a explorar nuevos sectores, como proveeduría de químicos y equipamiento, que complementen la estrategia de nearshoring de las empresas estadounidenses.
En este contexto, la política pública puede tener un rol fundamental para mejorar la inserción de México en la cadena de semiconductores, con instrumentos que faciliten la formación de talento, la innovación y el desarrollo de proveedores, factores fundamentales para potenciar la productividad de las firmas locales y atraer inversión extranjera directa.
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