¿Por qué necesitamos mejores regulaciones para lograr mejores resultados de política pública?

¿Por qué necesitamos mejores regulaciones para lograr mejores resultados de política pública?

¿Has percibido cómo las regulaciones inciden sobre casi todos los aspectos del funcionamiento de las sociedades modernas? Diariamente, vemos discusiones sobre regulaciones de las redes sociales, del sistema financiero, del uso de la inteligencia artificial y otros temas que afectan directamente nuestras vidas. Son las regulaciones las que establecen las reglas del juego para la labor de los gobiernos y mercados, y condicionan muchas decisiones tomadas por la ciudadanía y las organizaciones. Es decir, la regulación es fundamental para lograr mejores resultados de política pública.

Sin embargo, que existan regulaciones no es suficiente. La calidad de las regulaciones es también importante. Un buen entorno regulatorio impacta el bienestar de la ciudadanía y contribuye a mejorar el ambiente de negocios. Además, vela por la protección a los derechos del consumidor, laborales, el cuidado del medio ambiente y la mitigación de los efectos del cambio climático

No obstante, regulaciones excesivas y de mala calidad suelen generar barreras y costos de cumplimiento injustificados que pueden inhibir la inversión, dificultar la competencia y fomentar malos servicios públicos, lo cual impacta la productividad económica, la inflación y la calidad de vida de la población. Esos efectos no deseados pueden derivar tanto de requisitos y trámites complejos impuestos a empresas y ciudadanos, como de la imposición de barreras al correcto funcionamiento de las empresas que llevan a una asignación ineficiente de los recursos económicos, debido a regulaciones inadecuadas.

¿Cuál es el impacto económico de la mejora regulatoria?

En las últimas décadas muchos países han adoptado políticas para promover la calidad de sus regulaciones, a través de herramientas que fomentan decisiones regulatorias transparentes, predecibles, participativas y basadas en evidencia. En casi todos los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), se han adoptado un conjunto de Buenas Prácticas Regulatorias (BPR) que incluyen herramientas como la planificación regulatoria, la consulta pública, el uso de instrumentos de análisis de impacto regulatorio ex ante y ex post, y la simplificación administrativa, entre otras.

Algunos ejemplos de cómo estos esfuerzos han dado buenos resultados incluyen: el Programa de Reducción de Cargas Administrativas de la Unión Europea, implementado entre 2007 y 2011, que estima haber generado ahorros de cerca de €30.800 millones por año con la eliminación de cargas regulatorias innecesarias. En la región, México redujo sus costos administrativos de cumplimiento regulatorio por un monto equivalente a más de $16 mil millones de dólares, a partir de la implementación de instrumentos de gestión regulatoria, entre 2016 y 2021, destacándose una ley nacional de mejora regulatoria.

En la misma línea estudios de la OCDE, basados en su indicador del mercado de productos, señalan que avances en la calidad de los marcos regulatorios del sector productivo tienen impactos en el empleo, la inversión y la productividad, los cuales pueden generar un aumento del PIB de entre el 1,5% en el mediano plazo y 5% en el largo plazo.

Como consecuencia, quienes toman decisiones regulatorias buscan, cada vez más, utilizar herramientas de mejora regulatoria con vistas a no solamente garantizar que las regulaciones sean efectivas en la consecución de sus objetivos de política pública (como la protección de la salud, el medio ambiente, la seguridad, etcétera) sino que también fomenten la innovación, la productividad y la competencia.

¿Por qué necesitamos mejores regulaciones para lograr mejores resultados de política pública?

¿Qué temas emergentes debe abordar la nueva agenda regulatoria en América Latina y el Caribe?

Las políticas públicas en América Latina y el Caribe están cada vez más enfocadas en lograr un crecimiento económico inclusivo y sostenible, lo cual demanda soluciones a problemas que son mucho más complejos hoy que en el pasado. En este contexto, el desafío de los gobiernos y sus reguladores es doble.

Por un lado, todavía deben consolidar y fortalecer sus capacidades para hacer frente a los problemas tradicionales que han justificado históricamente las regulaciones en los distintos mercados, como concentración económica y asimetría de información, entre otros. Al mismo tiempo, deben responder a los retos que surgen de los cambios económicos, tecnológicos y sociales, los cuales demandan nuevos conocimientos y habilidades para encontrar soluciones innovadoras.

Nuevos problemas demandan nuevas soluciones y la agilidad de los sistemas regulatorios para adaptarse a una realidad dinámica pasa a ser un factor clave para el éxito o fracaso de las políticas públicas.

En la publicación del BID “¿Preparados para regular? Lecciones y desafíos de la regulación en América Latina y el Caribe”, abordamos los siguientes temas emergentes y de vanguardia que debe enfocar una política regulatoria moderna:

  • Inclusión social y pobreza: para que la regulación considere sus efectos en la desigualdad e inclusión, y los reguladores aseguren la participación para dar voz a grupos sociales y económicos vulnerables.
  • Transformaciones tecnológicas: para que los entes reguladores viabilicen el pleno aprovechamiento de las innovaciones tecnológicas por la sociedad, minimizando sus impactos negativos y las disrupciones que ellas provocan.
  • Cooperación internacional: para que la regulación ayude a encontrar soluciones colectivas para problemas que trascienden fronteras nacionales, como los que presentó la pandemia.
  • Cambio climático y sostenibilidad ambiental: para que los reguladores sectoriales sean capaces de identificar los efectos de sus decisiones sobre el cambio climático y el medio ambiente.

La calidad de las regulaciones incidirá directamente sobre nuestra capacidad de afrontar los desafíos complejos del futuro. Aunque el pasado brinde lecciones sobre la dirección a seguir, hay caminos aún desconocidos por recorrer, los cuales requieren instituciones más capaces, una ciudadanía informada y un sector empresarial activo, pues la mejora regulatoria es una tarea de todas las personas y sectores.

Si quieres conocer más sobre el tema, te invitamos a descargar nuestra publicación aquí para ver cómo puedes contribuir a la mejora regulatoria en la región. 

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