Reactivar los flujos de inversión extranjera directa es crucial para la recuperación económica
El daño ya se materializó: la COVID-19 ha propinado el golpe más grave a la economía internacional desde la Segunda Guerra Mundial, provocando el conjunto más amplio de recesiones sincronizadas que se ha observado en el mundo desde 1870. Los mercados emergentes y las economías en desarrollo han sufrido salidas de capital sin precedentes, justo cuando, como grupo, enfrentan su primera y franca recesión en 60 años.
Sin embargo, un camino claro y fundamental para la recuperación está surgiendo en medio de las malas noticias: las economías en desarrollo deben esforzarse por recuperar y aumentar las entradas de capital, particularmente en la forma de inversión extranjera directa (IED). Los flujos de IED han sido durante mucho tiempo un pilar fundamental de los países en desarrollo, constituyendo normalmente la principal fuente de financiamiento externo, superando a la asistencia oficial para el desarrollo o las corrientes de inversiones de cartera. Serán cruciales para la recuperación de la crisis provocada por la COVID-19.
Las economías en desarrollo deben esforzarse por recuperar y aumentar las entradas de capital, particularmente en la forma de inversión extranjera directa (IED).
Los flujos de IED ya habían empezado a disminuir antes del brote de COVID-19 en medio de un creciente proteccionismo y otras incertidumbres que redujeron la confianza de los inversionistas. La pandemia agregó un nuevo, y sin precedentes, riesgo a la situación, llevando la confianza empresarial a mínimos históricos, y dando como resultado una disminución prevista de un 40 % en los flujos de IED global.
Pero recuperar la confianza no es una tarea imposible. En un nuevo informe (i) del Banco Mundial se esclarece qué se necesita para aumentar las corrientes de IED. Se destaca que 2400 ejecutivos empresariales encuestados en 10 países de mercados emergentes importantes señalaron que los bajos impuestos, los menores costos laborales y el acceso a recursos naturales tienen menos importancia en las decisiones de inversión que la estabilidad política y económica y un entorno jurídico y normativo previsible. En resumen, los tres principales factores que impulsan las decisiones en materia de IED están completamente bajo el control de los Gobiernos.
Los encargados de formular políticas en las economías en desarrollo deberían aprovechar la oportunidad, lo más rápido posible, en cuanto la emergencia sanitaria inmediata se supere. Tienen la posibilidad de mejorar los incentivos a largo plazo para promover flujos de IED sólidos hacia las economías en desarrollo, las que emergerán de la crisis fuertemente endeudadas y con escaso margen fiscal (PDF, en inglés) para financiar la reconstrucción venidera. Tienen la oportunidad de poner en vigor políticas complementarias para asegurar que los flujos de IED no agraven la desigualdad, beneficiando principalmente a los trabajadores más instruidos y con mejores cualificaciones.
Los encargados de formular políticas en las economías en desarrollo deberían aprovechar la oportunidad, lo más rápido posible, en cuanto la emergencia sanitaria inmediata se supere.
Nuestra investigación muestra que reducir el riesgo normativo para los inversionistas tiene efectos notables en las corrientes de IED, incluso más que los impactos de la apertura del comercio. La reducción de 1 punto porcentual en el riesgo normativo tiende a incrementar la probabilidad de un inversionista de ingresar en un país receptor o expandirse en él en hasta 2 puntos porcentuales. En cambio, el aumento de 1 punto porcentual en la relación entre el comercio y el producto interno bruto (PIB) del país receptor aumenta la probabilidad en no más de 0,6 puntos porcentuales.
Dados esos efectos, el Banco Mundial ha creado una nueva base de datos mundial para medir el riesgo normativo. Esta incluye alrededor de 14 000 empresas matrices que invierten en aproximadamente 28 000 nuevos proyectos de IED y en expansión en 168 países receptores. Su marco analítico se centra en las tres cuestiones que los inversionistas asocian más estrechamente con un menor riesgo normativo: la transparencia, la protección jurídica para los inversionistas y el acceso de los inversionistas a mecanismos de reclamación.
Mejorar la transparencia y disminuir la discrecionalidad burocrática es una primera medida importante que deben adoptar los Gobiernos en las economías en desarrollo. Esto puede hacer las perspectivas de negocio más previsibles y menos riesgosas para las empresas. Los Gobiernos pueden aumentar la transparencia consultando sistemáticamente al sector privado y otras partes interesadas. Pueden crear portales de información para que las leyes y regulaciones sean accesibles al público. Deberían definir disposiciones legales claras y específicas relacionadas con la IED, junto con procedimientos administrativos.
Mejorar la transparencia y disminuir la discrecionalidad burocrática es una primera medida importante que deben adoptar los Gobiernos en las economías en desarrollo.
La competitividad de las inversiones y la buena gobernanza fueron importantes indicadores de avances para los países en desarrollo mucho antes del inicio de la crisis. La COVID-19 ha aumentado su urgencia. La magnitud y escala de la crisis requiere que los encargados de la formulación de políticas utilicen todas las herramientas normativas posibles para recuperar la confianza de los inversionistas. Deberían estar a la altura de la situación, actuando de manera rápida, decidida y colaborativa.