Sin inclusión financiera no hay igualdad de género
Visiones del Desarrollo es una sección promovida por CAF -banco de desarrollo de América Latina- que analiza los principales temas del desarrollo de la región. Los artículos que contiene se publican simultáneamente en los principales medios de América Latina.
La igualdad de género sigue siendo una de las principales tareas pendientes de América Latina y el Caribe. Los frentes de trabajo son muchos, muy amplios y complejos, y van desde garantizar la seguridad física de las mujeres hasta promover una participación más equitativa en la economía, garantizar sus derechos y fomentar su autonomía financiera y su capacidad para tomar decisiones de manera autónoma.
El manejo de las finanzas en los hogares es uno de los puntos álgidos en el camino de la igualdad de género. Según un nuevo informe de CAF, actualmente las mujeres toman menos decisiones financieras que los hombres en los hogares latinoamericanos. Tras analizar los casos de Brasil, Colombia, Ecuador y Perú, la investigación asegura que, en los hogares de los cuatro países analizados, el 33% de las mujeres toman las decisiones financieras por su propia cuenta, en comparación con el 48% de los hombres.
Esta realidad refleja la necesidad de mejorar el acceso de la mujer al sector financiero, para lo que se necesita, según los expertos, una mayor educación financiera para mejorar los niveles de ahorro, la gestión del dinero, el acceso al sistema crediticio, la autoconfianza y las capacidades digitales y de negociación. De todas formas, para lograr una inclusión financiera efectiva de las mujeres también será fundamental involucrar a los hombres.
“Es necesario trabajar en estrategias de educación financiera y crear indicadores desagregados por género para diseñar políticas públicas que reduzcan las desigualdades y fomenten una mayor participación de las mujeres en la economía de sus países”, dice Diana Mejía, especialista senior en Inclusión Financiera de CAF.
Según Mejía, esto implica trabajar en reducir las brechas en comportamientos, planificación, conocimientos y actitudes financieras, así como en inclusión financiera y vulnerabilidad. Adicionalmente, será necesario trabajar en mejorar el acceso, uso, calidad e impacto de los productos financieros en el bienestar financiero de las mujeres.
En primer lugar, parece evidente que para formar parte del sistema financiero formal es necesario tener una cuenta bancaria o en alguna institución financiera. Pero según las cifras del Global Findex, el 57.4% de los hombres tiene una cuenta, en comparación con 51.4% de las mujeres, lo que implica que alrededor de 160 millones de mujeres en América Latina y el Caribe no tienen una cuenta.
En el uso de productos financieros también existen grandes brechas. Según estudios recientes, aunque existen diferentes segmentos en función de perfiles y necesidades, las mujeres suelen tener menos confianza en temas financieros y más aversión al riesgo. Por ejemplo, tienden a recortar gastos en eventos adversos y a ahorrar de manera informal. A esto se suma que los conocimientos financieros son muy bajos, tanto en hombres como en mujeres. Hablamos de calcular el interés simple, y saber qué es el interés compuesto o la inflación.
La calidad de los productos financieros en la región también es mejorable, y es necesario crear nuevos servicios que tomen en cuenta los rasgos diferenciales de las mujeres, para fomentar la toma de decisiones informada.
“Actualmente existe una oportunidad para generar nuevas alianzas y fortalecer las existentes con el ecosistema Fintech de la región, ya que aporta soluciones de pagos a través de billeteras electrónicas que facilitan la ampliación del acceso a los productos y servicios financieros de las mujeres, y algunos también se adecúan a las necesidades específicas de las mujeres”, dice Mejía.
Generar un entorno financiero adecuado en el que las mujeres confíen y se sientan seguras de comunicar sus necesidades es una condición necesaria para acortar las brechas de género en la región. Y para lograrlo, es imprescindible potenciar la educación financiera, fortalecer las habilidades de las mujeres y crear productos financieros con perspectiva de género.