Tipos de cambio en América Latina desde el inicio de la crisis sanitaria
CELAG – Desde el inicio de la crisis sanitaria, el tipo de cambio oficial de varias monedas latinoamericanas ha mostrado un comportamiento ascendente. Excepto en los casos de Bolivia, Paraguay y Perú, todas las demás monedas analizadas en su tipo de cambio -oficial- mostraron devaluaciones. En el gráfico 1 se muestra el índice del tipo de cambio de nueve economías, tomando como fecha base el 3 de febrero de 2020.
En las primeras 6 semanas, las monedas tuvieron el salto más importante, llegando a devaluarse en promedio un 12%. Por encima de este promedio están México (34%), Colombia (22%), Brasil (21%) y Uruguay (18%). En el caso de Brasil, su moneda siguió devaluándose hasta mediados de mayo, cuando rozó su pico más alto con una pérdida de valor del 35%, para luego iniciar su descenso y topar su pico más bajo el 6 de junio (15%); posteriormente, el real volvió a devaluarse hasta el pasado 13 de julio que reportó una devaluación de 25% respecto a febrero. El peso mexicano muestra un comportamiento parecido al del real brasileño, con el punto más bajo el 6 de junio pasado y una nueva pérdida de valor del 20% al 13 de julio. Colombia, Chile y Uruguay muestran tendencias similares, pero con una volatilidad menor. Al 13 de julio las monedas, en promedio, reportaban una pérdida del 10% respecto a febrero.
En el caso de la Argentina, su moneda se depreció de forma constante desde febrero, llegando al 13 de julio con una pérdida de valor del 17%, no muy lejos de otros países. El control de capitales en Argentina fue fundamental para contener la situación de una crisis global inédita y una economía local maltrecha producto de cuatro años de las políticas neoliberales de Mauricio Macri. No obstante, el control de capitales siempre tiene sus costos: el tipo de cambio paralelo absorbe las turbulencias cambiarias.
El dólar paralelo en Argentina muestra un despegue claro durante abril de 2020 para luego estabilizarse entre mayo y julio. En el resto de economías latinoamericanas, la brecha entre el paralelo y el oficial tuvo una pequeña aceleración durante marzo (4% en promedio) sin mayores sobresaltos en los meses subsiguientes.
Hasta antes de la cuarentena, el mercado paralelo argentino tenía una brecha de 10 a 15 pesos por dólar respecto al oficial. Sin embargo, con el inicio del confinamiento obligatorio la distancia entre los tipos de cambio oficial y paralelo se acrecentó llegando hasta más de 60 pesos por dólar. En esta tendencia, el mes de abril de 2020 resulta ser determinante, pues se produce el único salto representativo.
¿Qué ocurrió en abril de 2020 en la Argentina?
No hay una respuesta clara sobre lo que ocurrió en abril de 2020; existen varias hipótesis que pueden explicar el sobresalto del mercado del dólar paralelo. Tres son las más plausibles:
La primera, es que el mercado paralelo tiene un tamaño relativamente pequeño que se define en unas pocas agencias de cambio en la ciudad de Buenos Aires. Por lo tanto, cualquier shock de demanda o de expectativas afecta al mercado. Eso pudo ocurrir cuando se avecinaban nuevos vencimientos de deuda pública en pesos, creando la expectativa de que los tenedores de esos títulos correrían al mercado a cambiarlos por dólares; esto hizo que suba la cotización anticipadamente.
La segunda hipótesis es que desde hace mucho tiempo el tipo de cambio estaba rezagado respecto a la inflación (el famoso “atraso cambiario”), tanto en el mercado paralelo como en el oficial, lo que provoca que los agentes comiencen apostar contra ese retraso. En la práctica, el Gobierno solo convalidó una parte de ese retraso depreciando levemente el peso y, por ende, la presión se dirigió sobre el paralelo, provocando una suba repentina. Dicha presión sigue latente y una nueva suba puede volver a ocurrir en el futuro cercano.
La tercera, las crisis siempre inflaman el nervio de los especuladores. Los pone nerviosos y despierta su instinto de aprovechar el momento para sacar una tajada de ganancia no esperada. El país se encontraba en plena negociación con tenedores y una crisis global de dimensiones impredecibles. Era el momento de los especuladores.